30: La vida y la muerte.

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El día había comenzado de manera extraña para Chiara. El peso del sueño de la noche anterior todavía la aplastaba, haciéndole sentir que cada paso que daba la acercaba más a un abismo que no podía evitar. Se esforzaba por no pensar en lo que había visto, en la traición imaginada entre Violeta y Ruslana, pero las imágenes se colaban en su mente, retorciéndose en sus pensamientos como serpientes venenosas.

En la clase de Pociones, el ambiente estaba cargado de un olor acre a ingredientes mágicos y el sonido burbujeante de los calderos. El profesor Slughorn, con su característico buen humor y su sonrisa jovial, se movía entre las mesas, observando a los estudiantes mientras les daba instrucciones.

—¡La Poción Multijugos es una de las más complicadas que aprenderán este año! —anunció Slughorn con una voz llena de entusiasmo—. Pero también es una de las más fascinantes. ¡Transformarse en otra persona, aunque sea por un breve período, es un logro impresionante de la magia!

Chiara escuchaba a Slughorn, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la clase. Había algo en el ambiente, algo que la inquietaba. Sentía la mirada de Violeta sobre ella, desde la mesa de Gryffindor, pero no podía devolverla como lo hacía habitualmente. Las imágenes del sueño seguían martilleando en su mente, su confianza vacilante. Trató de concentrarse en la poción que tenía delante, pero sus manos temblaban ligeramente mientras mezclaba los ingredientes.

—Chiara, ¿estás bien? —preguntó Ruslana, que estaba a su lado, notando su falta de atención.

—Sí, solo... no dormí bien anoche —respondió Chiara, tratando de sonar casual. Sabía que Ruslana podía notar que algo no andaba bien, pero no podía hablar de ello ahora, no en medio de la clase.

Ruslana la observó por un momento, pero no insistió. En cambio, se concentró en el caldero, donde la poción estaba tomando un color extraño.

—Creo que hemos agregado demasiado acónito —comentó Naiara, frunciendo el ceño mientras la poción comenzaba a emitir un humo espeso.

—¡Uf, sí, esto no está bien! —añadió Lucas, agitando su varita sobre el caldero en un intento de disipar el humo, pero sin éxito.

La mezcla se había convertido en una sustancia espesa y viscosa, lejos de la consistencia líquida que deberían haber logrado. Chiara miró su trabajo con frustración, consciente de que su falta de concentración estaba afectando su rendimiento. Su mente divagaba, recordando la mirada de desesperación en los ojos de sus padres en el sueño, la risa cruel de los mortífagos, la sensación de estar completamente sola y sin poder hacer nada.

En la mesa de Gryffindor, Violeta también estaba distraída. A pesar de que su poción iba mucho mejor, con un humo serpenteante que no resultaba sofocante, su mente estaba en otra parte. Observaba a Chiara de reojo, notando la tensión en sus movimientos, la manera en que evitaba mirarla. Álex, que estaba a su lado, lo notó de inmediato.

—Presta atención, Violeta —le susurró—. Esta poción podría ser útil algún día, si necesitamos infiltrarnos para derrotar a Lucien.

Violeta asintió, tratando de enfocarse, pero su preocupación por Chiara era demasiado fuerte.

—Es solo que... Chiara está actuando raro conmigo —admitió Violeta, su voz apenas un murmullo.

Álex lanzó una mirada rápida hacia la mesa de Slytherin, donde Chiara y los demás luchaban con su poción.

—Quizás deberías hablar con ella en el almuerzo. Claramente, algo le preocupa —sugirió, volviendo su atención al caldero.

Violeta asintió, sabiendo que tenía razón, pero eso no aliviaba la sensación de incomodidad que se estaba apoderando de su corazón.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora