29: Sombras en la mente.

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El sol de la mañana se asomaba tímidamente entre las nubes, prometiendo una de esas raras y agradables jornadas de marzo en Hogwarts. Después de la intensa misión en Azkaban, Violeta notaba que Chiara estaba especialmente tensa y preocupada, como si una sombra la siguiera a todas partes. Decidió que necesitaban un respiro, algo que las desconectara de todo el caos reciente.

—Chiara, hoy nos vamos de cita —anunció Violeta durante el desayuno con una sonrisa juguetona.

Chiara, que estaba jugueteando y un yogur de limón, miró a Violeta con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—¿Una cita? —preguntó, sin poder evitar que una leve sonrisa asomara en su rostro.

—Así es. Vamos a Hogsmeade. Hace un día estupendo y podríamos pasear, tomar un helado, distraernos un poco... olvidar lo que pasó en Azkaban, al menos por unas horas.

Chiara suspiró, sabiendo que Violeta tenía razón. Necesitaba un descanso, aunque parte de ella dudaba si sería capaz de disfrutarlo de verdad.

—Está bien, suena bien —aceptó finalmente, levantándose—. Vamos.

Ambas se dirigieron al pueblo cercano, aprovechando que los fines de semana los estudiantes tenían permitido salir de los terrenos del castillo. Mientras caminaban por el camino de tierra, Chiara trató de concentrarse en el momento, en el suave viento que anunciaba la llegada de la primavera y en la compañía de Violeta, que siempre lograba hacerla sentir un poco más ligera. Hogsmeade estaba animado, como siempre, con estudiantes de todas las casas disfrutando de su tiempo libre. Violeta tomó la mano de Chiara y la condujo hasta la heladería más cercana.

—¿Qué te parece un helado? —preguntó Violeta, señalando el cartel que ofrecía una variedad de sabores casi infinita.

—Me parece perfecto —respondió Chiara, dejándose contagiar por la energía positiva de su novia.

Ambas pidieron sus helados, Chiara optando por un refrescante sabor de limón y Violeta eligiendo un cremoso helado de chocolate con menta. Se sentaron en un banco cercano, disfrutando del postre mientras observaban a la gente pasar. Por un momento, Chiara se sintió en paz. El helado, el sol tibio, la risa de Violeta... todo parecía contribuir a crear una atmósfera de normalidad que hacía tiempo no experimentaba. Pero, inevitablemente, sus pensamientos volvieron a Lucien Blackthorne. La visión que había tenido en Azkaban no la dejaba en paz y el peso de la daga que ahora estaba bajo la custodia de McGonagall parecía más pesado cada día.

Violeta, que la observaba con detenimiento, notó la sombra que volvía a cruzar el rostro de Chiara. Sin pensarlo dos veces, se inclinó y la besó suavemente, un gesto lleno de ternura y calidez. Chiara se sorprendió, pero no se apartó. Cerró los ojos y se dejó llevar por la suavidad de los labios de Violeta. Por unos segundos, la preocupación que sentía por Lucien se desvaneció, reemplazada por la presencia reconfortante de Violeta. Sin embargo, cuando el beso terminó y ambas se separaron, la sensación de pesadez volvió a instalarse en su pecho.

—Gracias —susurró Chiara, mirándola a los ojos—. Lo necesitaba.

—No tienes que agradecerme nada —respondió Violeta, sonriendo—. Sé que es difícil, pero estamos juntas en esto. No dejes que él controle tus pensamientos.

Chiara asintió, aunque en el fondo sabía que alejar a Lucien de su mente sería más difícil de lo que deseaba.


Esa noche, el Gran Comedor de Hogwarts estaba animado, como de costumbre. Los estudiantes conversaban enérgicamente mientras disfrutaban de la cena, y la atmósfera era ligera y despreocupada. Chiara y Violeta se unieron a sus amigos en la mesa de Gryffindor, donde Ruslana, Martin, Álex y Denna ya estaban sentados, charlando animadamente.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora