1: La vuelta.

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En los terrenos de Quidditch, Chiara se sentía invencible. Al bajar de aquella escoba no era alta ni fuerte, pero sus padres le habían enseñado que no hacía falta serlo para destacar y ser la mejor en algo. Por eso había conseguido el puesto de capitana en cuarto año y, desde entonces, nadie de su casa había sido capaz de arrebatárselo. Ser de Slytherin era el orgullo más grande que podía haberle brindado a sus padres con once años. El segundo fue conseguir el puesto de capitana del equipo de Quidditch. Su madre había sido profesional del Quidditch hasta la II Guerra Mágica. Entonces, las personas de Slytherin y, más aún, los sangre limpia, habían empezado a ser perseguidos y tuvo que dejar el equipo de las Avispas de Wimbourne. Su madre había jugado siempre como Guardiana, defendiendo los tres aros que hacían subir el marcador. Sin embargo, ella había preferido optar por la posición de Cazadora. Ella se encargaba de intentar anotar puntos, colando la Quaffle por uno de los tres aros. Siempre que anotaba un punto se preguntaba: ¿era ella igual de buena que su madre a su edad? 

Aquel día de septiembre se disputaba el primer partido de la temporada, así que no era de extrañar que las gradas estuvieran hasta los topes. Y más aún sabiendo que se disputaba, siempre, el primer partido del año la casa que la temporada anterior hubiera quedado en primera posición, contra la segunda. Ese año le tocaba a Slytherin contra Ravenclaw. Ravenclaw le había arrebatado la primera posición en la última jornada, atrapando la Snitch dorada poco antes de que Chiara y sus dos compañeros Cazadores hubieran podido anotar los 200 puntos que hubieran dado por finalizado el encuentro. Así, al ser la Snitch atrapada por el equipo de Ravenclaw, se le otorgaron inmediatamente 150 puntos. Ravenclaw festejó tanto, que Chiara sintió en su interior unas desmesuradas ganas de lanzar una maldición imperdonable a su capitán, Juanjo Bona. Además de capitán de su equipo,  era también prefecto de su casa. Así que se sentía con la libertad de molestarla cada vez que tenía ocasión. Chiara no había tenido ni la menor duda de que no la iban a seleccionar como prefecta el año anterior. Un prefecto debe ser inteligente, responsable, astuto y buen estudiante. Y ella poseía pocas cualidades de las mencionadas. 

Lo que sí se le daba verdaderamente bien era el Quidditch y, esa tarde, esperaba poder vengarse de lo que había estado persiguiéndola durante todo el verano. Aquella derrota le había dado pesadillas durante todo julio y agosto y no pensaba darle a Juanjo la satisfacción de dejarles ganar, de nuevo. El sol brillaba y, aunque no hacía tanto calor como unas semanas atrás, las condiciones en el terreno era perfectas para ganar. 

Se movió con su escoba buscando el pase de uno de sus compañeros Cazadores. La Quaffle le llegó a las manos y solo tuvo que empujarla adentro del aro más alto. Las gradas volvieron a gritar con fuerza, celebrando los diez puntos. Cerró el puño y miró a la grada de Gryffindor. Bien es sabido que aquella grada apoyaría a cualquier equipo, antes que a Slytherin. Vio a la prefecta de Gryffindor, Violeta Hódar, aplaudir levemente. Mantenía la compostura, pero no sonreía ni la miraba. A Chiara le hizo reír. Había entrenado muy duro durante el verano para poder ganar a Ravenclaw y Gryffindor con tranquilidad. Era su último año en Hogwarts, ¿cómo no iba a ganar la última Copa de Quidditch? Durante los últimos seis años su casa solo había ganado dos veces y, estando ella en el equipo, una. Necesitaba aquella copa más que el comer. 

De repente, sus ojos se abrieron de par en par. 

—¡RUSLANA! —exclamó. 

Cuando la Buscadora de su equipo la miró, Chiara señaló arriba. La Snitch dorada volaba por encima de su cabeza, pero ella no podía atraparla. Ruslana se movió y aceleró velozmente con su escoba, pero Juanjo, también buscador de Ravenclaw, la había visto también. Una lucha feroz entre los dos buscadores se empezó a lidiar en el aire. 

—¡Lucas, Naiara! —volvió a gritar Chiara. —Juanjo es más grande y más fuerte que Ruslana, necesita ayuda. ¡Ya! 

Lucas y Naiara, Golpeadores. Naiara agarró la Bludger bajo su hombro y voló cielo arriba. Lucas la siguió con el bate preparado. Slytherin jugaba así. El fin justificaba los medios y, como estaba permitido, podían hacerlo sin pedir perdón ni permiso. Naiara lanzó la Bludger hacia el bate de Lucas, que sin redimir su fuerza, la lanzó contra Juanjo. Este tuvo que agarrarse bien a su escoba para no caer empicado hacia abajo y eso hizo que perdiera por unos segundos a Ruslana. Cuando se hubo estabilizado, esta ya había agarrado la Snitch dorada y las gradas de Slytherin iban a caerse. Lucas y Naiara se abrazaron en el aire y Ruslana levantaba la Snitch como si de la misma copa se tratase. 

Los ojos de Chiara cayeron sobre los de Juanjo. Le guiñó un ojo y esté los rodó para empezar a descender hacia el césped.

No entendía muy bien por qué, pero sus ojos volvieron a dirigirse a la grada de Gryffindor, pero ya no había ni rastro de la prefecta. 


¡Hola! Esta historia me hace una ilusión grandísima. No sé si tendrá mucho alcance, pero entrelaza dos de las cosas que más me gustan en el mundo. ¡Hacedme saber qué pensáis! 

Un besazo bollero. 

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora