14: La noche del baile de Navidad.

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El aire en Hogwarts estaba cargado de emoción mientras el esperado Baile de Navidad se acercaba. El Gran Comedor había sido transformado en un paraíso invernal, con luces centelleantes que colgaban del techo, simulando copos de nieve que caían suavemente, y mesas adornadas con guirnaldas de acebo y muérdago. La expectativa en los estudiantes era palpable, y Violeta no era una excepción. Esperando con una mezcla de nervios y emoción, Violeta ajustó el lazo de su vestido de hilo negro una vez más, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Era un vestido sencillo pero elegante, que caía en ondas suaves hasta el suelo, resaltando su figura esbelta. El escote era sutil, pero lo suficiente para darle un toque atrevido. Violeta sonrió a su reflejo en el espejo, dejando que una onda de confianza la recorriera. Unos golpes suaves en la puerta del retrato de la Dama Gorda la sacaron de sus pensamientos.

—Ya voy —dijo mientras se dirigía a la entrada, con el corazón acelerado.

Al abrir, encontró a Martin esperando, luciendo un traje perfectamente ajustado en un tono oscuro que realzaba su porte distinguido. A su lado, estaba Juanjo, un chico que Violeta no había conocido más que un par de veces en las reuniones de prefectos, pero que irradiaba simpatía. Él también iba vestido de gala, con un traje de un tono similar al de Martin, pero con una corbata plateada que le daba un toque de originalidad.

—¡Violeta, te ves increíble! —exclamó Martin, sin poder ocultar su asombro.

Juanjo asintió, sonriendo con admiración. 

Violeta se ruborizó ligeramente, pero sonrió con gratitud.

—Gracias, chicos. Vosotros también vais geniales. Es un placer conocerte, Juanjo.

Con una risa ligera y una energía renovada, los tres se dirigieron hacia el Gran Comedor. Al llegar, el ambiente los envolvió en una cálida bienvenida. La música fluía suavemente, creando un ambiente festivo que prometía una noche inolvidable. Violeta buscó a Chiara con la mirada, su corazón acelerándose un poco más al pensar en su encuentro. Sin embargo, antes de poder encontrarla, un par de figuras familiares se acercaron. Álex, vestido con un elegante traje de gala, sonreía ampliamente mientras acompañaba a Denna, quien estaba radiante con un vestido plateado que brillaba con cada movimiento. La sorpresa de Violeta fue evidente, y no pudo evitar correr hacia Denna para abrazarla.

—¡Denna! No puedo creer que estés aquí. Pensé que seguirías en la enfermería —dijo Violeta, apretándola con fuerza.

Denna rio suavemente, devolviendo el abrazo con cariño.

—Desperté anoche y me dieron el alta esta mañana. Con todo esto de la fiesta, no quería que nadie se preocupara, así que decidimos daros una sorpresa.

Álex estaba junto a ellas, con una sonrisa tan amplia que parecía que nada podría borrarla. Violeta lo miró, alzando una ceja con picardía.

—Creo que alguien más tiene algo que contarme —comentó, divertida.

Álex se encogió de hombros, su sonrisa volviéndose un poco más reservada.

—Es posible que... hayamos hablado —dijo, lanzando una mirada a Denna que hablaba más que mil palabras.

Denna, algo ruborizada, asintió suavemente, confirmando lo que Violeta ya sospechaba. Una cálida sensación de alegría llenó el corazón de Violeta al ver a sus amigos tan felices.

—Me alegro tanto por vosotros dos —dijo Violeta, sonriendo ampliamente—. Os lo merecéis.

Mientras seguían charlando, Violeta notó una figura que se acercaba desde la entrada del Gran Comedor. Su corazón se aceleró cuando reconoció a Chiara, quien venía acompañada de Ruslana y otra chica que Violeta no conocía. Pero en cuanto sus ojos se posaron en Chiara, todo lo demás se desvaneció. Chiara llevaba un vestido azul largo, que caía en cascada alrededor de su cuerpo con una elegancia casi etérea. El tono del vestido hacía que sus ojos brillaran como zafiros, y su cabello, ligeramente ondulado, caía en suaves rizos sobre sus hombros. Violeta sintió que el aliento se le atascaba en la garganta, completamente absorta en la visión que tenía ante sí. Chiara también la había visto, y por un momento, parecía que el mundo se había detenido para ambas. Sin embargo, cuando finalmente se encontraron cara a cara, la confianza habitual de Chiara parecía haberse desvanecido. Apenas podía balbucear una palabra coherente, lo cual era algo que Violeta encontraba encantadoramente adorable.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora