23:De regreso a la hacienda

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ENZO

Ya hemos pasado 2 semanas aquí en la playa y ya a llegado el momento de irnos.

Estoy terminando de guardar la última maleta en el carro, luego voy a la habitación donde se encuentra Emma.

Entró a la habitación y la encuentro sentada viendo un punto fijo en la ventana.

—Emma.

No me contesta, ni siquiera se mueve, es como si su cuerpo estuviera aquí pero su mente no. Me acerco a ella y paso mi mano por su rostro.

—Tierra llamando a Emma.

Parpadea un par de veces volviendo a tierra.

— ¿Estás bien?.

—Sii solo me quedé pensando —. Se mira un poco decaída.

—¿Segura que estas bien? Te miras un poco triste.

Tomó mi mano y empezó a jugar con ella.

— No te preocupes no es nada.

Yo la miré un poco inseguro, no sabía si creerle.

—¿Sabes que si te sientes mal me lo puedes contar cierto?.

Ella asintió con la cabeza.

— Si lo sé, créeme si fuera algo malo ya te lo hubiese dicho.

Dejo un beso en mi mejilla y se puso de pie.

—Está bien —. Tome su bolso—. Todo está listo,¿Nos vamos?.

Ella asintió y nos encaminamos hasta la puerta, la abrí para que ella pasara y luego yo, la cerré detrás de mí, bajamos las escaleras y salimos de la casa. Nos subimos en el Jeep y salimos de allí, en la entrada al restaurante estaba el hombre al que le tenía que entregar las llaves de la casa.

—Gracias por todo, fueron unas vacaciones estupendas —. Le entregué las llaves.

—De nada señor, esperamos volver a verlo pronto —. Se inclinó hacia adelante asciendo una reverencia.

Yo asentí y salí de allí hasta que entramos a la carretera.
Emma empezó a sacar su cobija y almohada.

—Quien como tú que puedes dormir —. Dije con un tono de envidia.

Ella me miró y se hecho a reír.

—Si quieres yo puedo ayudarte a conducir —. Se ofreció

—Cuando me canse.

Ella asintió de acuerdo. Después de un rato puse unas canciones de Joan Sebastián en la radio y así nos pasamos todo el camino cantando canciones de Joan Sebastián.

—Ya me cansé, creo que te toca a ti.

Ella asintió de acuerdo. Me estacioné a un lado de la carretera y cambiamos de puesto. Ella empezó a conducir, y la verdad es que me sorprendía bastante su manera perfecta de conducir. Llegamos a una gasolinera.

—Tú échale gasolina, yo iré por algo de comer.

Se bajo del auto y entro a la tienda. Me bajé del auto y le eché gasolina. Cuando termine me metí en el auto a esperar a que ella regresara. Después de unos minutos volvió con una bolsa en la mano, entró al coche y dejó la bolsa en su regazo, empezó a conducir nuevamente.

—¿No me piensas invitar?—Señale la bolsa.

Ella no me respondió y siguió conduciendo, después de unos minutitos se estacionó debajo de un árbol en medio de la noche. Apago el auto y se bajó, se subió a la trompa del carro y empezó a sacar todo de la bolsa, yo me quede adentro un momento.

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