Capítulo 2

68 6 0
                                    

—Muy bien, ¿dónde esta el chico sexy? —preguntó Annie, mi mejor amiga, buscando entre los estudiantes del pasillo como una loca desesperada.

—¿No me escuchas? ¡Es sexy y aburrido!

—Debes estar exagerando...

—Créeme, no lo hago, Ann. Preguntó si Cartas a Julieta era un documental.

—Auch.

—¡Lo sé!

Entramos al salón de clase. Mi asiento era el cuarto de la segunda fila, y a mi lado iba mi mejor amiga. Liam y Matthew me saludaron al entrar y se quedaron conversando conmigo hasta que el profesor decidió comenzar la clase, pero no pude prestar ni un poco de atención.

Liam y Matthew... ¿Podría considerarlos como posibles novios a alguno de ellos dos? La respuesta era un rotundo no. A ver, ser su novia era lo fácil... ¡Es más! Hasta me había enrollado con el segundo un par de veces. El problema era que saltarían rumores de infidelidad a la hora de concretar la relación. Esos chicos no eran capaces de estar con la misma mujer durante más de un día.

La clase fue interrumpida tras unos quince minutos por tres golpes en la puerta. El profesor le hizo una seña para que entrara a la persona que estuviera detrás de ella, y fue entonces cuando Nate entró al salón. Ups, había olvidado que prometí guiarlo.

—Tú debes ser el nuevo estudiante —asumió el profesor de cálculo. Nate asintió—. Bien, ¿quieres presentarte ante la clase?

—Mmm... Me llamo Nathaniel Lemington y vengo de Londres. Me gusta todo lo relacionado a medicina y derecho, aunque los números se me dan bien.

—Vaya, estupendo. Siéntate donde gustes, Nathaniel.

Daba la casualidad de que el detestable y problemático chico que se sentaba a mi lado derecho no había venido hoy a clases. Y por supuesto, el sexy y aburrido ocupó su lugar.

—Hola —murmuró.

Fingí una sonrisa en respuesta. Por Dios, no quería volver a tener una conversación sobre partidos de golf nunca más en la vida.

A mi izquierda, Ann me hacía un gesto de aprobación. Yo rodé los ojos. Todos parecían haber perdido la cabeza el día de hoy.

Tras dos interminables horas, el timbre del receso sonó y todos se levantaron con apuro, incluida yo. No pude salir junto a la multitud porque el nerd con el que querían emparejarme mis padres se interpuso en mi camino con una amable sonrisa.

—Olivia —nombró a modo de saludo.

—Nate, hola. Sabes, tengo algo de apuro, pero...

—¿Vas al comedor?

—Sí, pero...

—Te acompaño.

—Es que... No quiero dejar sola a mi amiga.

—Puede venir con nosotros. Ya sabes, es una escuela nueva y eres la única a la que conozco.

—Estoy segura de que harás muchos amigos.

—Sí... Oye, ¿y formas parte de algún grupo o club?

—Bueno, fui capitana de las porristas, pero debí dejarlo cuando me torcí el tobillo. ¿Eso cuenta? —pregunté y Nate rió.

—Me refiero a grupos escolares más... educativos.

—No formo parte de ninguno, pero si te interesan, hay varios aquí. Está el club de robótica, de los amantes de la actuación, corazones puros... Ese no te lo recomiendo. Planean llegar intactos al matrimonio.

—¿Intactos?

—Ya sabes, vírgenes.

—Oh. No lo veo mal...

—¿Qué? ¿Lo dices en serio?

—Claro. Me parece admítale que aún existan quienes se reserven para su persona indicada.

Ay, por Dios. Este tipo era un nerd y tradicional.

—Seguro... Oye, lo siento, pero debo dejarte. Le prometí a mi mejor amiga que la acompañaría a... —En verdad que no se me ocurría ninguna excusa—. Bueno, no importa, pero el comedor está por allá. Aprovecha a conocer gente y... a los clubs.

—De acuerdo, no te preocupes. Gracias por acompañarme, Olivia.

Le sonreí antes de regresar con Ann, que nos había estado siguiendo unos pasos más atrás.

—Esto es una pesadilla. ¡Yo no pedí ser su niñera!

—Yo encantada lo terminaría de criar si fuera su niñera —respondió como toda pervertida. Golpeé sus costillas con mi codo y rió.

—¿Sabes? Hay algo que no te conté...

—Te escucho.

—En la cena comencé a anticipar todas esas futuras cenas que se aproximarían si no hacía nada al respecto. Ya sabes, hasta que mi madre y Elizabeth consiguieran un acta de matrimonio.

—Ajá...

—Y pues... Digamos que dije que tenía novio.

—¡¿Tienes novio y no me lo dijiste?!

—¡Claro que no, tonta! Ahí está el problema. No tengo a nadie.

—Pero tú...

—¡Lo sé! Y no sé que voy a hacer ahora.

—¿Decir la verdad?

—O conseguir un novio. Nadie similar a Liam o Matthew, claro. No quiero que me conozcan como a la bonita chica que le pusieron los cuernos sin parar.

—¿De dónde vas a sacar un novio?

—Soy bonita, ¿lo olvidas?

—Claro que no lo olvido. Pero ¿cómo lo harás tan pronto? Y lo peor, ¿por qué te someterías a estar con alguien que no quieres?

—Porque no se me ocurrió otra cosa, ¿sí?

—Tal vez con decir que no te interesaba bastaba.

—¡Pues no me funcionó el cerebro en ese momento!

—¿En ese momento, nada más? —Volví a golpear sus costillas, aunque lo único que logré sacarle fue una risa—. ¡Oye, lo siento! Es que no puedo no bromear con la situación... Pero escucha, ¿por qué no consigues a alguien que quiera fingir una relación contigo hasta que tu madre se tranquilice y ya? Tú ganas y nadie sale con un corazón roto.

—¡Oye! No es mala idea... ¿Pero de dónde voy a sacar un novio falso que se interese por mi? Y peor, ¿que no tenga nada que perder como para fingir una relación por tanto tiempo?

Entonces, como si el destino hablara, dos sujetos se interpusieron ante nosotras en una pelea. Annie y yo frenamos en seco antes de que la golpiza de uno de ellos nos lastimara a nosotras por accidente.

Travis Clark y Lucas Darley, el detestable y problemático chico que se sentaba a mi derecha (y culpable por que Nate se sentara a mi lado), peleaban como animales. Todos se encontraban en el comedor, por lo que las pocas personas que rumbeaban en el pasillo se acercaron rápidamente a intentar separarlos.

Sonreí.

—Ese sujeto no debe tener nada que perder.

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora