Capítulo 6

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¡Amaba las tardes de shopping! Sólo que esta vez no era Annie quien me acompañaba, sino un gruñón con cara de pocos amigos que tenía pinta de querer tirarse por las escaleras mecánicas.

—Anda, Lucas, es divertido —rogué, tomando la manda de su remera para tirar de ella. Él gruñó como un oso sin ganas de vivir, pero le hice caso omiso. Ir de compras era algo fundamental en mi vida y no iba a dejar que lo arruinara.

—¿Por qué tenemos que hacer esto?

—Ya te lo dije, nadie va a creer que salgo contigo si usas una remera desgastada. O esos jeans.

Lucas bajó la vista a su ropa y frunció el ceño.

—¿Qué hay con mis jeans?

—Son feos y... están perdiendo el color —respondí mientras nos adentrábamos a una tienda.

—Son así, listilla. ¿Y sabes? Payton tenía razón. El rubio te afecta demasiado —objetó a la vez que tomaba una bonita camisa y se la enseñaba.

—¡No seas tonto! Esto es serio, Lucas.

—¡Lo mío también! No tengo dinero como para comprar... esa estúpida camisa.

—No te preocupes por el dinero, sobregiraremos la tarjeta de mi padre.

—¿Así de fácil? ¿Sin regaños?

—Es dueño de una empresa multimillonaria, ni siquiera va a notar el gasto. Te lo dice una persona que se compra algo nuevo todas las semanas.

—Debe ser genial.

—Sí, si por genial te refieres a compensar una vida sin padres con ropa y cosas caras —contesté sin pensar y cambie mi semblante por uno serio. No solía hablar de ellos. Ni siquiera con Annie. Entonces, moví mi mano en el aire para restarle importancia—. No importa. ¿Pero sabes qué sí importa? Como te queda esta camisa. Y estos pantalones. Y esta remera. Ve a probarte.

En dos días iba a ser viernes, lo que significaba salir con Nate y Lucas. Juntos. Me estaba muriendo de los nervios y quería que todo estuviera perfecto, incluso los detalles tan pequeños como nuestros atuendos. Me aterraba que alguien descubriese que nuestra relación no fuera cierta y volver a ser una pobre e indefensa chica manejada por su madre.

Continué observando algunas prendas antes de tomar asiento en frente de los probadores. Como Lucas se estaba tardando su tiempo, decidí apurarlo.

—¿Y? ¡Me voy a hacer vieja en este sillón!

—Tu arruga en la frente me dice que ya lo eres —oí detrás de una cortina. Abrí mi boca en una "O" y desbloqueé la cámara de mi celular para observarme. Luego, se oyó una risa—. ¿La estas buscando, no?

—No —mentí.

Un segundo después, Lucas abrió la cortina del probador y me observó con una ceja alzada. Guardé rápidamente el celular y lo observé de arriba a abajo.

La camisa bordó le quedaba perfectamente bien, resaltando el ligero tono bronceado de su piel y delineando sus músculos de una manera que hacía difícil concentrarse en otra cosa. No abrochó los botones, por lo que dejaba al descubierto un atisbo de su pecho firme. Sus brazos, fuertes y definidos, parecían tensarse con cada pequeño movimiento. Y los jeans negros se amoldaban a su cuerpo de manera casi injusta, marcando cada línea de sus piernas largas.

Todo el conjunto conformaba una mezcla de confianza y rebeldía que sólo él podía lucir.

—¡Por Dios, Lucas, te ves asombroso! ¡Hasta pareces una persona medio decente!

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora