Capítulo 12

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Nos encontrábamos sentados frente al escritorio del director tras la clase de arte. Este, con las manos cruzadas sobre la mesa, nos fulminaba con la mirada, aguardando por ver quién abría la boca primero.

—Voy a ser claro: Quiero saber qué pasó. Y quiero saberlo ahora. No me importa quién empiece, pero necesito la verdad en este instante —sentenció.

Lucas y yo intercambiamos una mirada rápida. Estaba manchado con pintura de todos los colores en el cabello... y en el rostro y en la ropa. Debí aguantar la risa al verlo de ese modo.

—De acuerdo, hablaré —dijo Lucas.

Narra Lucas:

Entré a clases con una gran sonrisa. Si bien arte no era mi terreno de experiencia, necesitaba echarle ganas y esforzarme por elevar mis notas. Eso de ser un chico malo ya no era lo mío, ahora quería ser reconocido por mi inteligencia y mi gran cerebro.

Sin embargo, supe que algo iba a salir mal cuando la profesora nos hizo sentar en grupos de a dos y a mi me tocó hacer el proyecto con Olive. ¡Esa chica sí que daba miedo! Especialmente cuando sacó un encendedor del bolsillo y me observó con una sonrisa macabra y tenebrosa. ¡Uf! Aún recuerdo los escalofríos que me recorrieron el cuerpo al verla.

—¿Listo para morir? —preguntó, aún con esa sonrisa y una voz distorsionada. Yo la observé, pasmado con mi pincel en la mano.

—¿Y-y si mejor p-pintamos, O-Olive? —titubeé, muerto del miedo.

—¿Pintar? —cuestionó, arrebatándome el pincel de las manos—. ¿Quieres pintar, niñito? —Malévola, partió el pincel en dos y me lo lanzó por la cabeza—. ¡MUAJAJAJA!

—P-pero...

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero debía mostrarme fuerte ante aquel monstruo. Olive no estaba para bromas.

Con un movimiento rápido, encendió el encendedor con el que antes me había amenazado de muerte y lo sostuvo cerca de la pila de materiales que la profesora nos había proporcionado con mucho cariño para nuestro proyecto artístico.

—¡¿P-pero qué h-haces?! —me revelé.

—¡Tranquilo, niñito! ¡Es hora de hacer arte! —exclamó. Sus elementos de trabajo era el encendedor, la pintura, y algo que no estaba seguro de si fuera legal. ¡Nos iba a matar a todos!—. Y deja de llorar. Lo he visto en Pinterest, haremos arte y nos sacaremos un maldito diez... ¡Ou-yeah!

Yo, como un buen amigo, intenté persuadirla, pero nada funcionó. En ese momento supe que no debí confiar en sus habilidades artísticas.

—¡Olive, no! ¡Mírame, eres mucho mejor que esto!

Sin embargo, ya era tarde. El pegamento, la pintura, el lienzo y todos los materiales explotaron en una nube de chismas y humo. El salón entero quedó envuelto en un caos de colores y cenizas mientras yo no podía hacer más que permitirme llorar. Olive, por supuesto, parecía disfrutar cada segundo.

—¡Esto es arte! —exclamó, alzando los brazos como si acabara de crear la octava maravilla del mundo.

Yo, por otro lado, me encontraba cubierto de pintura, tiritando del frío y con el cabello chamuscado, pensando que probablemente esta sería la última vez que intentaría ser un buen estudiante en arte.

Como si fuera poco, Olive comenzó a tirar los cubos de pintura, para luego lanzarse y deslizarse como si estuviera en un parque de diversiones. ¡Por Dios, esa chica estaba loca y yo anonadado! Lo único que quería era ser reconocido como el chico inteligente... Y ahora sería un llorón, por culpa de Olive.

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora