Capítulo 7

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Era viernes por la mañana. Aparqué mi coche en el estacionamiento del instituto y me bajé.

Al caminar cerca de la entrada, observé a Payton sentada en uno de los escalones. No hubiera sido de mi importancia, si a su lado no se hubiera encontrado Lucas.

Entonces, como la buena novia falsa que era, me acerqué a ellos con una sonrisa.

—Hola, Lu —saludé con un beso en la mejilla a mi chico. Bueno, falso chico.

Este frunció el ceño al verme, pero rápidamente su rostro se convirtió al sonreír ligeramente.

—Hola.

—Yo también estoy aquí, por si no lo has visto —habló Payton, dirigiéndose a mi.

—No, no te vi —respondí. Luego, volví a centrarme en Lucas—. ¿Entramos a clase?

Este observó el cigarro a medio terminar que tenía en la mano. Lo apagó y asintió.

—Sí. Nos vemos luego, Payton.

Le dirigí una sonrisa falsa y ella me correspondió de la misma forma. Luego, tomé la mano de Lucas y nos alejé de allí. Cuando estuvimos lo suficientemente fuera de su vista, lo solté con rapidez y restregué mi mano por mi pantalón.

—¿Qué fue todo eso? ¡Estábamos hablando!

—Créeme, se volverá loca si ve que otra chica te busca. Por cierto, ¿tienes alcohol en gel? Tengo miedo de que me contagies la idiotez.

—Qué graciosa —burló, para luego pincharme el brazo con su dedo. Lo quité de un manotazo y, entre risas, volvió a hacerlo. Muchas veces. Y rápido. De tal manera que comencé a sentir cosquillas.

—¡Lucas!

—¿Qué? ¿Ya te contagié? —preguntó, sin dejar de tocar mi cuerpo. Intenté manotearlo, pero entonces, logré hacer algo mejor que eso.

—¡Auch!

¡Já! Nada que un buen pellizco no pueda resolver.

—Lo mereces por infantil. E idiota.

—Es una pena que mi propia novia sea tan cruel. No lo era hacía dos minutos, cuando me llamaba Lu.

—Pues ahora Lu está a punto de ganarse un golpe.

Lu no quiere más golpes de tu parte —respondió y rodé los ojos, ocultando la diversión.

—Como quieras, ya me voy.

—¿Qué? Pero dijiste que iríamos juntos a clases.

—Qué horror, paso.

—¡Me alejaste de Payton por nada!

—Y me lo agradecerás luego. Ahora, adiós –espeté—. ¡Ah! Y no olvides que hoy saldremos con Nate. Intenta ducharte y ponerte la ropa que te obsequié.

•••

Me encontraba frente al tocador arreglando mis pestañas. Lucas había decidido pedirse el día libre en el trabajo y acordamos que el mejor lugar donde tener una reunión con Nate sería en un bar. Habría alcohol, música demasiado fuerte como para poder conversar y... ¡pues era viernes por la noche! Además, a Nate le haría bien salir un poco y estar en un ambiente donde no tuviera la oportunidad de pensar en números, literatura, cálculos, y todas esas cosas completamente aburridas.

Me asusté cuando oí el timbre y casi me quito un ojo con el pincel. Lo guardé, volví a pasarle color a mis labios y me observé al espejo.

Consistía en un vestido corto y ajustado de color negro llamativo, con un escote en V y confeccionado con satén. Me había colocado un cinturón fino por al rededor de la cintura color oro y cerré el conjunto con un par de tacones altos, un collar y pendientes brillantes, y un pequeño bolso de mano.

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora