Capítulo 15

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Lucas conducía mi coche mientras yo iba en el asiento del acompañante, seria, cruzada de brazos, observando por la ventana, y sin mirarlo. Mientras tanto, él reía como un idiota.

—¡Vamos, admite que fue gracioso! —exclamó.

—No lo fue.

—Eres una gruñona.

—Se me habrá pegado de pasar tanto tiempo contigo. Y no me hables.

—¡Que fue un chiste, linda! Y divertido, por cierto.

—Estoy sorteando otro golpe y parece que tienes todos los números, Lucas.

—Bien, me callo... Pero fue muy bueno. Si hubieras visto tu cara, también te reirías.

—¿Me ves divertida? —pregunté, volteando a verlo con mis labios en una linea recta. Él sonrió, haciendo que sus ojos se achinaran. Me mordí el labio.

—Te veo bonita. Y con poco sentido del humor.

Rodé los ojos y esta vez sonreí sin disimulo.

—Idiota.

—Gruñona —espetó. Ninguno de los dos dijo más nada, hasta que Luke carraspeó y volvió a hablar—. Oye, cambiando de tema... No pude decírtelo antes porque sino no habría podido hacer una broma tan genial, pero me agrada eso que dijiste en el bar... Lo de tomar las cosas con calma.

—¿Sí?

—Sí. Lo quiero todo contigo, Olive. No me molestaría tener que hacer las cosas despacio, porque sé que aún nos queda mucho por delante.

—A mi tampoco me desagrada la idea, Luke.

El resto del camino hasta su casa lo pasamos escuchando música y discutiendo por la emisora. Al llegar, entramos con cuidado de no despertar a su madre y subimos a su cuarto.

—Gracias por dejar que me quede.

—Me gusta que te quedes. Aunque no tanto que ronques como cerdito.

—¿Qué? ¡Yo no ronco!

—No, no lo haces... Iba a continuar la broma, pero no quiero ganarme otro golpe.

—Te lo ibas a ganar de todos modos —respondí. Lucas sonrió y se sentó en la cama. Yo, por mi parte, permanecí de pie y comencé a husmear su habitación sin ocultar mi curiosidad.

Tenía una repisa con algunos objetos como trofeos, cuadros con fotografías y un balón. En la pared del escritorio, habían pegadas un par de más fotos.

—¿Es tu madre? —pregunté mientras señalaba la fotografía de Lucas y una mujer que lo abrazaba a su lado, con el cabello ondulado a la altura de sus hombros, ojos marrones y una radiante sonrisa. Él asintió con la cabeza—. Es bonita.

—Supongo que salí a ella, entonces.

—Tú eres horrible, al igual que tus bromitas.

—Mientes.

—Sí —admití con una sonrisa. Luego, señale otra fotografía, donde estaba Lucas y su madre, pero a su lado también había otro sujeto—. ¿Y él?

—Mi hermano.

Recordé la tarde en el centro comercial diciendo ser hijo único, y a Jason en la entrada del bar hablando sobre lo que pasó con su hermano y su familia.

—Pero... dijiste que no tenías hermanos.

—No lo tengo. Falleció hace tres años.

Sentí una punzada en el estómago cargada de disgusto. El sujeto de la foto, parecido a Lucas, no parecía tener demasiada diferencia de edad.

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora