Capítulo 21

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La luz cálida del restaurante nos envolvía mientras tomábamos asiento en la mesa. El lugar que habían elegido para cenar era sencillo y acogedor, algo pequeño. Era bonito, un lugar al que mis padres jamás escogerían para venir.

Ya había caído la noche, pero no podía dejar de pensar en Annie. Mi mente estaba atrapada en la oficina del director, en su llanto falso y sus ansias por hacerme meter en problemas. ¿Qué había hecho para ganarme su odio? Tal vez había sido cruel al dejarla de lado por Lucas, ¿pero tanto como para dejar atrás toda una vida de amistad? ¿Tan malo era?

—Olive, querida, ¿estás bien? —La voz de la madre de Lucas me sacó de mis pensamientos. Me sonreía con una sonrisa cálida y maternal. Asentí.

—Sí, estoy perfecta. Este lugar es bellísimo.

—Bueno, me alegra escuchar eso. Y no sabes lo agradecida que estoy por que estés aquí con nosotros —comentó—. Lucas no deja de hablarme de ti.

—¿En serio? —pregunté con una sonrisa casi burlona, observando a Lucas, que se mantenía con el semblante serio a mi lado.

—Oh, sí, sí. Me ha dicho que eres preciosa, aunque no sabía que tanto. Y lo divertida y ocurrente que eres. En verdad, creo que habla mas de ti que de él.

—Eso es muy dulce. Y gracias por aceptarme hoy, señora Darley. Me alegra estar con ustedes.

—Por favor, llámame Susan. Estamos en confianza.

El camarero apareció, trayendo nuestros platillos. Una vez a solas, Susan nos observó con una sonrisa genuina y encantadora.

—Iré a lavarme las manos, hice un enchastre con la entrada —anunció y asentimos—. Ya regreso.

Susan se levantó y se dirigió al baño. Entonces, Luke me codeó suavemente.

—¿Estás bien? —susurró cerca de mi oreja, inclinándose un poco hacia mí. Asentí con la cabeza, aunque poco convencida.

—Sí. Es solo... todo lo que pasó hoy con Annie. Me duele que ya no seamos amigas. —Él tomó mi mano en forma de consuelo. Le sonreí—. Pero no quiero venir con mis dramas en tu cumpleaños... Feliz cumpleaños, por cierto.

—Tus problemas importan, no los minimices por un bobo día. Y Annie estará loca, pero no es tonta. No estará tan ciega como para dejar pasar a una persona tan increíble como tú.

—Oh, Lucky, que tierno... —comenté en un tono burlón y divertido, mientras apretaba una de sus mejillas. Aunque dijera que no importaba, no quería molestarlo con mis dramas ahora.

—Eh, no hagas eso en público, que tengo una reputación que mantener —contestó mientras me quitaba la mano de su rostro. Reí.

—Seguro... Sería una lástima que vieran lo necesitado que estas de cariño.

—No lo estoy.

—¿No?

—No —aseguró.

—Bien... Entonces supongo que no importa si te dejo de abrazar. O de besar. O de dormir como garrapatas.

—No lo resistirías. Tú eres la pegajosa.

—¡¿Disculpa?! Yo lo soportaría mucho más que tú.

Mi perfecto novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora