CORONACIÓN

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Aquel soberano de Jerusalén era gobernado por ese sentimiento incontrolable   y desbordante de alegría que le causaba contraer nupcias con aquella joven siria, que llegó al palacio muy lastimada y que hoy estaba a punto de convertirse en la reina consorte de Jerusalén, aquella muchacha que aparentaba ser frágil al principio pero los trágicos sucesos que había vivido se habían convertido en lecciones y razones para adquirir con el pasar del tiempo una personalidad resiliente e indomable, solamente el rey Baldwin se había convertido en su debilidad, únicamente con él se sentía vasta para mostrarle su lado frágil, o viceversa ya que se había forjado entre aquellos dos corazones la virtud de la confianza plena y la paciencia tanto del uno para el otro, ambos sufrían, pero sentían alegría al estar juntos, el rey con tal solo percatarse de la presencia de la joven siria , aquella capa radical llena de sentimientos de frialdad que le cubría su corazón se rompía, derritiéndose, tan solo de imaginar que esa noche se convertirían en esposos lo hacía estremecer de la emoción, la idea de una matrimonio tomando en cuenta las circunstancias que estaban aconteciendo en su vida y a estas alturas le parecía imposible pero con Zaynab  había vuelto una vez más a sentir que viviría cien años, tal como aquel sentimiento que experimentó en la batalla de Montgisard, en la que salió vencedor contra Saladino, aquel 25 de noviembre de 1177.

La recuperación de la joven había sido rápida tras el impacto de aquella flecha recibida en su pecho, por obra y milagro de Dios aquel instrumento no había topado su corazón para nada a pesar de haber sido localizada muy cerca de aquel órgano vital, la herida se encontraba en los inicios de su periodo de cicatrización, sin embargo el dolor había sido controlado con diversas hojas de plantas medicinales que los médicos se encargaban de traer de las cosechas, sin embargo Zaynab no le daba mucha importancia a su brecha señal clara de su alto nivel de vigor, hubiese deseado ser ella quien acabe con la vida del traidor Guido de Lusignan, pero al final infirió que tomar aquella espada para cometer dicho crimen le marcaría de sangre sus manos de por vida

Apenas Zaynab se asomó en aquel portón principal de la capilla del palacio provocó un silencio  consabido en la muchedumbre presente en la que se encontraban  en primera fila Sybilla quien sostenía en sus brazos al pequeño Baldwin, Tiberias, los cortesanos pertenecientes a la nobleza israelí, caballeros de la orden templaria y hospitalarios, súbditos secuaces del rey Baldwin, los cuales se quedaron atónitos y perplejos al contemplar la belleza profusa de la joven, la cual portaba un vestido blanco  relaborado cuidadosamente con terciopelo y seda cubiertas por un percal de encaje que iba desde la cintura ajustada por un corsé hasta el final de los tobillos dándole aquel ansiado  detalle de luminosidad y delicadeza a la prenda, su pecho estaba ligeramente descubierto el cual además estaba adornado con los mechones de su cabello que caían largos sobre éste, su cabellera había sido cuidadosamente peinado ya que cada hebra estaba en su sitio y ordenado de manera minuciosa, de las orejas de la joven colgaban dos pendientes de plata los cuales habían sido obsequiados por el rey mismo a su prometida, además el maquillaje que le habían aplicado era tenue y hacía resaltar con más vigor sus preciosos ojos grandes y expresivos, manufacturado con tinte de pétalos de rosa, canela, cera de abeja y bálsamos, los cuales funcionaban como hidratante para sus labios, la joven había sido preparada y arreglada por Sybilla y sus sirvientas, las cuales se habían preocupado minuciosamente de cada detalle para  que el producto de su arduo trabajo sea deslumbrante.

Baldwin apenas divisó su entrada en el salón, ya que la ceguera de su vista derecha era cada vez mayor y además estaba arrastrando a su ojo izquierdo al mismo destino y necesariamente no divisaba las cosas hasta que no tomaban una distancia considerable al frente de él, una vez la descubrió, quedó cautivado por aquella belleza tan lúgubre, aquella joven estaba vestida como las reinas de aquellos pueblos de Europa que lastimosamente su aflicción lo había privado de conocer, sin embargo dedujo que Zaynab no tenía punto de comparación con alguna otra mujer, ya que ella poseía virtudes insuperables además de aquella belleza física encantadora con una dosis de dulzura y ternura que  lo hacía enloquecer. Baldwin caminó hasta el frente del altar esperando por ella para recibirla, una sonrisa se dibujó en sus labios por debajo de la máscara cuando la logró ver lo hermosa que lucía, Zaynab pudiendo darse cuenta de ello le devolvió la sonrisa y no faltaron muchos pasos para que llegue hasta donde estaba su amado, el cual la tomó  de las manos apenas la tuvo frente a él.

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