ESPERANZA

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Zaynab se sentía extraña con la armadura de templaria puesta, había elegido una túnica blanca sin la cruz roja estampada en ella ya que ella todavía seguía el patrón de crianza en el islam que sus padres le habían inculcado, a pesar de lo banal que era su fe. . . . Su cabello estaba cubierto por una cota de malla y un casco de acero, aún así llegó a sentir admiración por la armadura ya que le parecía que poseía una belleza espléndida debido al color blanco y se veía muy resistente a estocadas, se imaginaba luchando en la guerra, sin embargo no se había planteado matar musulmanes ya que sentía que estaba traicionando a su pueblo, aún no sabía si era capaz de hacerlo, pero tenía en mente que en una guerra o te defiendes o lo que el enemigo toma es tu vida.
-Esta será su espada-Tiberias le entregó el objeto envainado y Zaynab la tomó con un poco de temor observando y analizándola con mucha atención, tocó con delicadeza cada detalle de ella y la desenvainó lentamente sin evitar mostrarse perpleja, tenía adornos estilo dórico en alto relieve y su filo plateado estaba tan pulcro que en su reflejo se podía proyectar en él.
Zaynab: es la primera vez que tengo tan cerca una espada templaria- comentó orgullosa.
Tiberias: sus manos se transformarán en unas más fuertes que nunca, señorita- admitió-¿está lista para comenzar ?

Ella apuntando con una sonrisa en el rostro, y al dirigir su mirada hacia arriba, en el balcón pudo ver a la princesa Sybilla de pie con aquel rey de la máscara de mirada fría, quien se encontraba apoyado en el brazo de su hermana, observándola fijamente mientras conversaban entre ellos.
Baldwin: es muy hábil, Sybilla- mencionó con admiración al observar a la muchacha copiando los movimientos con gran habilidad a la par de lo que le enseñaba Tiberias.
Sybilla: es incríble, creo que me confundí al pensar que era una joven frágil- miró a su hermano con una sonrisa- Si ella continúa a este ritmo con el que está comenzando, pronto tendrá la fortaleza para reina de Jerusalén.
-¿Seguirás aferrándote a esa idea que es algo imposible, hermana?- protestó Baldwin.
-Hermano, tengo que confesar que a veces eres muy pesimista.
Baldwin: Soy realista, Sybilla... No voy a idealizar algo que nunca sucederá, además para que un matrimonio pueda concretarse es necesario que ella se bautice en el cristianismo y yo no quiero que ella se vea forzada a dejar su religión y su fe. . . por alguien y menos por un desdichado y enfermo como yo. La fe no se inculca a nadie, yo solamente anhelo su felicidad ya mi lado no creo que la pueda conseguir, ya le he visto sufrir mucho por perder a su familia y no quiero que sufra más al verme dejar este mundo..
SYBILLA: . .A veces me enoja la forma en que te denigras, hermano ¿Cómo es posible que hayas olvidado tu valor como persona?
Baldwin: La enfermedad cambió mi realidad hermana- en sus ojos dibujó una expresión nostálgica- No soy un ser humano normal, ahora ya no... El don de la sabiduría para gobernar que Dios me concedió es lo único que me ha hecho valioso en estos últimos años.
Sybilla: hermano mío- Le tomó las manos vendadas- Recuerda que tu belleza nunca se ha ido ni se irá, la belleza física es escasa y banal, lo único que queda al final de la vida de los seres humanos es lo que tenemos en el corazón.
Baldwin: mi corazón se siente cada vez más débil...
Sybilla: sin embargo su belleza nunca morirá, y acuérdate de mis palabras, hermano, Zaynab te ama y será una excelente reina- dio una palmada suave en el hombro de su hermano y se retiró quedándose Baldwin solo contemplando a Zaynab, aunque la joven todavía Tenía dificultad para desplazarse y Tiberias hacía lo imposible para que las estocadas fueran poco toscas, ya estaba mucho más recuperada, una fuerza interior que nunca había tenido antes de comenzar a existir en su corazón, su corazón se alegró al momento que la joven se percato de su presencia y alzando la mano lo saludó sonriendo, el le contestó el saludo alzando su mano derecha con dificultad, lo que lo hizo ver como un gesto frío ya que la expresión de alegría que derrochaba estaba oculta bajo aquella máscara de metal. Después tomó una vasija de metal y la llena con agua, calculando el tiempo mientras Zaynab terminaba su primera lección, bajó del balcón por las escaleras hasta llegar donde ella practicaba, Zaynab lo miró con una sonrisa al verlo aproximarse a ella.

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