PREDILECCIÓN

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Las casas de curación del palacio de Jerusalén gozaban de un estilo gótico, al igual que todo el resto de la construcción aplicando énfasis en la ligereza estructural  e iluminación suficiente en el interior de la edificación, en donde al dar un recorrido se podía observar a los médicos y curanderos realizando sus labores de aliviar el dolor que producían las heridas de los caballeros templarios vencidos en batalla los cuales esperaban pacientes y algunos otros inundados en la desesperación la cicatrización de sus aflicciones ya que algunas heridas profundas hechas por espadas requerían de mayor reposo.

Zaynab, Baldwin y Sybilla se aproximaron a la alcoba de Tiberias el cual yacía tendido sobre ella, ileso, su pierna había sido curada con hierba medicinal después de extraerle la flecha aplicándole un somnífero llamado "esponja soporífera" la cual estaba elaborada en base a jugos de origen vegetal como opio, mandrágora, cicuta y beleño, entre otros, que funcionaba como anestesia y causaba adormecimiento en el afligido.

Algunos médicos eran enviados de la Orden San Lázaro, los cuales se encargaban del cuidado de los leprosos en el hospital que era exclusivamente para personas que padecían dicha aflicción, debido al temor de contagio, tan solo examinaban a los templarios heridos en batalla con las manos enguantadas. Dichos médicos eran solicitados por el rey Baldwin ya que de haberse sabido de su enfermedad y no haberla callado cuando él era un adolescente, la orden lo hubiese acogido en su hospital.

La mirada de Tiberias reflejaba profunda tranquilidad.

-¿Cómo se encuentran?- preguntó Tiberias dibujando una leve sonrisa en los labios, sus ojos se fijaron en la reina, quien lo observaba  con profunda compasión- Majestad, ¿se encuentra bien?

-No te aflijas por mí, Tiberias- contestó la joven- Muchas gracias por resguardarme en la batalla.

-Necesita comer algo, no ha dormido en toda la noche, se debe de sentir muy agotada.

Baldwin: Tranquilo, Tiberias- rodeó con su brazo izquierdo los hombros se Zaynab- Me encargaré de que así sea, tú sabes que yo cuido muy bien de mi reina.

Tiberias:Majestad le pido una disculpa por haber dejado sola a la reina en la guerra de anoche, los musulmanes atacaron abruptamente, aunque aquel combate se veía venir, estábamos advertidos por Saladino

Baldwin: No te disculpes, Tiberias, Zaynab ya me informó lo que sucedió, que hayas salido herido en batalla no te hace responsable , es algo que a cualquiera le puede ocurrir. El desenvolvimiento de mi reina en la batalla ha sido digno de admirar y premiar. Yo mismo me encontraba en mi habitación preso de la angustia con el corazón en la mano temiendo por la vida de Zaynab.

Los ojos dormilones de la reina observaron a su esposo con  una leve sonrisa en el rostro, ella entrelazó los dedos con los de Baldwin, los cuales estaban vendados como de costumbre, los ojos del rey  correspondiendo al gesto afectuoso de su esposa se achinaron y sus labios emitían una sonrisa por debajo de la máscara

-Eso lo puedo confirmar- dijo al fin Sybilla- Yo era el paño de lágrimas de mi hermano en esos momentos, sin embargo Zaynab tenía razón, Baldwin no estaba en las condiciones necesarias para luchar en batalla.

Baldwin: ¡Por favor!- protestó- ¡Ni que fuera paralítico!

-Con todo respeto hermano, hay que admitir que a veces es muy testarudo, desde niño lo ha sido, tú más que nadie lo sabes perfectamente Tiberias.

Tiberias sonrió de oreja a oreja asintiendo con la cabeza.

-Yo conozco a su majestad desde que era un niño y a Sybilla cuando apenas era una adolescente, Jerusalén ha sido mi hogar desde que era joven, aprendí a luchar y el rey me nombró comandante del ejército templario, sin embargo ahora ya estoy muy viejo como para luchar, es por eso que le di el mando a usted, alteza.

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