Después de descubrir a un misterioso hacker, Alice decide contactarlo con el objetivo de pedirle ayuda. Mediante mensajes, ambos establecieron un trato y se reúnen en persona. ¿Qué pasará en su encuentro?..
una historia original, pero con personaje...
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Alice..
Jake y yo nos preparábamos para acostarnos, él ya estaba en su lugar cuando mi celular empezó a sonar. Vi el número de la casa en la pantalla, probablemente mi padre o la ama de llaves. Jake me miró mientras yo contestaba.
—Hola.—Dije, preparándome para escuchar algún reclamo.
—Disculpe, señorita Alice, necesito hablar con usted.—La voz de la ama de llaves sonaba entre sollozos, lo que me inquietó.
—Sobre qué? —Pregunté, con preocupación creciente.
—Ya no puedo más, ya no quiero ser más cómplice de tu padre, pero no puedo hablar mucho, deberíamos vernos en la cafetería junto a la plaza, te lo suplico, señorita Alice.—Su voz era llena de desesperación.
—Sí, está bien, nos vemos allí a las nueve de la mañana.—Respondí, aún tratando de procesar la situación y el arrepentido cambio de actitud de la ama de llaves.
Colgué el teléfono y miré hacia el techo, preguntándome qué sería lo que tenía que decirme y por qué habría cambiado de opinión tan repentinamente.
— Conejita, ¿qué pasa?—Jake me sacó de mis pensamientos al hablar.
— Era la ama de llaves. Pensé que iba a reclamarme algo, pero en lugar de eso, quiere hablar conmigo mañana sobre mi padre. Me resulta inquietante su arrepentido cambio de actitud, pero contar con ella de nuestra parte como testigo es algo bueno, supongo.—Expresé, soltando un suspiro.
Jake me acercó a él y me envolvió
en un abrazo apretado.
— ¿Qué te parece si, por esta noche, nos olvidamos de la ama de llaves, de tu padre, de todo esto en general, y te dejo hacer que te relajes?—Dijo Jake con voz de coqueteo.
—Así? ¿Y cómo vas a hacer que me relaje, gatito?—Respondí con una sonrisa llena de dulzura.
— Sabes que todo el día te he tenido ganas, y estamos solos, quiero aprovechar este momento.—Exclamó con voz grave y llena de deseo.
Jake extendió la mano, su gran mano cubrió la mía. Su piel estaba cálida, áspera en los bordes. Me sentí electrizada por su tacto.
— Estoy aquí para ti, Alice —dijo suavemente su mano se deslizó desde la mía hasta mi hombro, luego bajó por mi brazo, las puntas de sus dedos rozando mi piel sensible. Me estremecí, el calor se acumuló en mi vientre. Los ojos de Jake eran oscuros, llenos de promesas. Se inclinó más cerca hasta que nuestros rostros estuvieron a centímetros de distancia.
— ¿Qué dices? Susurró —Déjame mostrarte cuánto me importas.
Alice
Miré fijamente a los ojos de Jake, viendo la preocupación mezclada con el deseo
