Ora por los malvados -COMPLETO-

Capítulo 55: Fin de año (Parte 4)

CAPÍTULO 55: Fin de año (Parte 4)

Corredor Hogwarts

6 De junio de 1994

3:45 p.m.

En los últimos dos años, había celebrado su última semana en el castillo. Incluso podría sentir que sus músculos comienzan a relajarse lentamente a medida que la idea de que finalmente estaba saliendo del castillo se volvió más sólida con la hora. Y este año no fue diferente. Prácticamente podía sentirlo, la libertad de su jaula de un año ya que no tendría que lidiar con compañeros de casa psicóticos o diarios malditos, ser capaz de sentir algo más que desesperación cada vez que estaba lejos de la seguridad de su cama.

Los dementores habían superado todo lo que había enfrentado hasta ahora. Su tormento constante había logrado hacer que Montague e incluso un Voldemort más joven fueran algo mansos. Todas las pesadillas que lo habían perseguido antes se sentían como un recuerdo lejano, el petulante se queja de un niño esnob y titulado quejándose de lo difícil que había sido su vida. Todavía podía sentir el corte que Montague le daba con cada movimiento que hacía, incluso sentir la presencia de Tom en el fondo de su mente mientras su voz le susurraba órdenes inútiles. Pero preferiría volver a pasar por cualquiera de esas experiencias que quedarse otro año en un Hogwarts lleno de dementores.

Sirius sangriento Negro. El bastardo simplemente tuvo que escapar, ¿verdad. No había sido suficiente para que el hombre fuera el que llevó a los Mortífagos a la casa de sus padres, quién se había unido a ellos en todos sus diversos actos de tortura antes de que él fuera quien los asesinara él mismo. No. Tuvo que escapar. Tuve que traer el infierno que estaba destinado a proteger su celda directamente a Hogwarts, mientras observaba desde el margen cómo lo perseguían en cada rincón del castillo.

Había perdido la cuenta de cuántas veces lo habían atacado, pero cada vez que lo hacían, el recuerdo del asesinato de sus padres se hacía un poco más claro, un poco más largo. Como un rompecabezas retorcido que se vio obligado a completar a la perfección, comenzó a juntar los recuerdos rotos. Comenzó a comprender cada evento de esos dos días completos de tortura cuando fue testigo de cada acto indescriptible que hicieron los Mortífagos hasta que Aurors comenzó a desgarrar las salas e irrumpir en la cabaña. Y justo cuando pensó que había terminado, Sirius Black dio un paso adelante y mató a los dos él mismo, antes de salir corriendo de la habitación y luchar contra los Aurores, ya que se vio obligado a quedarse detrás de su celda de madera y ver los cadáveres de sus padres.

Los dementores fueron implacables, persiguiéndolo, incluso cuando los maestros continuaron tratando de detener sus ataques. Sus intentos de involucrar al Ministerio fueron débiles sin la ayuda de Dumbledore, y no importaba a qué estudiante mayor lo obligaron a seguirlo, eventualmente los abandonarían o sufrirían el mismo destino que él cuando los dementores lo alcanzaran. Incluso durante algunas de las ocasiones en que los maestros lo escoltaron personalmente alrededor del castillo, los dementores los dominaron y comenzaron a acurrucarse en paquetes más grandes.

No es que Lupin pudiera molestarse, no es que respondiera a sus súplicas de ayuda, ya que casi sollozó por todo el piso y se arrodilló. McGonagall y Sinistra habían ofrecido su ayuda unas semanas después de que él trató de conseguir que Lupin lo hiciera, y mientras ellos hacían todo lo que podían, si bien le dedicaron horas de su día a él y a su aprendizaje del hechizo, no funcionó. Meses de noches de insomnio mientras trabajaba en el hechizo, trató de comprender su complejidad teórica, para expulsar suficiente poder, para llegar a la memoria correcta.

Pero todo fue por nada, un intento idiota que nunca resolvió. Todo su trabajo para nada, ni siquiera el más mínimo fragmento de niebla plateada que deja su varita, incluso cuando lo intentó y lo intentó hasta el punto de agotamiento mágico. Los dos lo instaron a seguir adelante, pero pudo ver la desesperanza de la situación reflejada en sus ojos. Incluso después de que dejó de ir a sus sesiones privadas el mes anterior, siguieron insistiendo en que no se rindió.