Ora por los malvados -COMPLETO-

Capítulo 83: Jaque mate (Parte 3)

CAPÍTULO 83: Jaque mate (Parte 3)

Palacio Parkinson

13 De abril de 1996

10:50 p.m.

"Harry," Bedivere lo saludó cuando las grandes puertas de roble del Palacio de Parkinson se abrieron para él. "Gracias por venir en un horario tan corto."

Harry sonrió, tal vez un poco demasiado ansioso, y lo saludó de vuelta. La verdad era que después de una semana atrapado en la casa de muggles abandonada, se había convertido en odio, estaba contento de estar fuera de allí. Sentados, escondidos, esperando...Esas eran cosas muy Slytherin que hacer frente al peligro, y sin embargo eran exactamente lo contrario de lo que era. Si hubiera pasado un día más encerrado dentro de ese miserable lugar, puede haberlo volado en pedazos, o al menos haberlo intentado. Afortunadamente, tuvo un breve aplazamiento.

"Lo que era tan urgente?" Preguntó cuando los dos comenzaron a caminar más profundamente en la mansión. "Es Regulus?"

"No del todo, aunque he logrado eliminar las maldiciones de Montague en el retrato." Dijo de brazos cruzados, una ocurrencia tardía. "Deberías poder llevarlo a casa una vez que hayamos terminado aquí."

"Entonces, ¿qué es? ¿Horrocruxes? ¿Voldemort? Montague?"

Bedivere no respondió, y como Harry siguió presionando y sin recibir respuesta, comenzó a molestarse. Había descubierto bien en su relación con el hombre que Bedivere era solo ese tipo de persona. Nunca escatimó una palabra si no tenía que hacerlo. Si de alguna manera pudiera responder a su pregunta a través de cualquier otro medio que no sea abrir la boca, lo haría. Harry se sorprendió honestamente de que el hombre no se comunicara únicamente a través de la escritura. Por otra parte, eso sería bastante ineficiente. Y eso no parecía ser Bedivere en absoluto.

Los dos caminaron un poco más lejos antes de dirigirse al sótano de la mansión, aunque la mazmorra sería una palabra mucho más acertada dada la forma en que realmente tenía una celda. Los bares le dieron malos recuerdos, y habría dudado en seguir a Bedivere si no fuera por el gran agujero en la pared que conducía a lo que Harry suponía que generalmente era una habitación oculta. Kieran los estaba esperando dentro, junto con Yaxley y un cadáver tembloroso sentado en un taburete dentro de otra celda. Su cabello era tan largo que cubrió toda su cara y casi llegó a sus rodillas. Estaba cubierto de suciedad y murmurando un millón de palabras alienígenas por minuto, pero Harry no pudo evitar concentrarse en lo delgado que era el hombre. Si no hubiera sido por la ropa irregular que llevaba puesta, Harry estaba seguro de que habría podido ver sus costillas.

"Qué... Quien es eso?"

"Harry, te acuerdas de Rookwood, ¿verdad?" Yaxley llamó sin mirarlo. Estaba cortando su varita en el aire con las palabras azul claro que flotaban justo encima de la cabeza del hombre, Rookwood.

La cabeza de Harry se estrelló contra Bedivere. "Esto es Rookwood? ¿El Rookwood Indescriptible? El poderoso y temible Rookwood?"

"Deberías mostrar más respeto", le dijo Bedivere fácilmente. "Durante la primera guerra, fue admirado incluso por el mismo Señor Oscuro. Brillante, poderoso y capaz de engañar al Señor Oscuro... Muy pocos magos son capaces de los tres."

"Eso es justo lo que sucede cuando pasas casi quince años como un buffet de todo lo que puedes comer para casi todos los dementores en la tierra", dijo Yaxley, un poco demasiado divertido ante la idea de que le guste a Harry.

Después de unos segundos de vacilación, Harry caminó hacia adelante e inspeccionó al hombre con más claridad. Después de su tercer año, Harry sabía perfectamente cuánto dementores podían joderte. La mayoría de sus recuerdos de ese año eran borrosos, una pesadilla que recordaba haber visto pero no haber vivido. Más que recuerdos, era la sensación que podía recordar. La falta de alegría, paz o amor. De cualquier cosa buena. Era un concepto simple de entender... Los dementores te quitaron los buenos sentimientos porque prosperaron con tus emociones negativas. Pero era algo completamente diferente vivir sin sentir nada más que miedo, odio y dolor. Lamentar. Envidia.