9. No vamos a ver los Buddies

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El silencio lleva un rato instalado en el salón. Desde que ha subido Juanjo apenas ninguno hemos hablado, un simple hola para saludar y Ruslana y yo hemos huido a la cocina. Más bien ella ha huido y yo la he seguido para comprobar que todo está en orden.

Las palomitas llevan un rato encima de la mesita central, probablemente ya frías, pero nadie va a elegir una película aún con este ambiente aplastándonos a todos. Está claro que tenemos que hablar, o más bien tienen que hablar las cosas ya que el intentar hacer como si nada está más que claro que no va a funcionar. Para nada.

Juanjo no va a ser el primero en romper el hielo, eso lo tengo claro desde que le he visto. Lleva más de cinco minutos con la mirada clavada en el mismo punto y sus ojos ya vaticinan que en cualquier momento se va a romper delante nuestra en puras lágrimas. Y si él lo hace no prometo que yo no lo haga. Es tan grande pero tan pequeño. Otra vez tengo ese sentimiento de querer ayudarle. ¿En qué? No lo sé, pero darle la mano apretársela y decirle que todo va a estar bien, que nos tiene a todos nosotros, a sus amigos y ahora a mí que haría lo que fuera por verle bien.

¿Por qué? ¿Por qué iba hacer yo eso cuando él tiene parte de culpa de lo que sucedió?

Desde luego que no tiene ni pies ni cabeza y puede que entienda a Ruslana un poco cada día más con eso de odiarle pero querer cuidarle, sobre todo cuando se muestra tan vulnerable.

- ¿Vemos Santa Buddies?

Es Chiara la que llama la atención de todos que inmediatamente la miramos. Se encoge de hombros intentando excusarse en su elección.

- ¿Qué? Es de Navidad que me encanta y perritos que son muy monos.

- ¡Kiki! - la regaña con la voz Violeta.

Esbozo una sonrisa en mis labios dejando escapar un sonido que me delata ya que Ruslana me golpea con su codo pidiendo que tenga un poco de compostura mientras que Juanjo parece seguir a lo suyo.

- ¿Qué? - intervengo yo ahora aguantando la risa - No me esperaba que dijese eso. Ha sido muy gracioso. Pero yo prefiero la de Una pareja de tres.

- Oh sí, esa es muy buena. Pero tiene final un poco... - me responde inmediatamente Chiara.

- Bueno, como casi todas las de animales. No sé por qué tienen el afán de cargarse a los perritos, mata al humano que lo prefiero.

- ¡Claro! - me señala Chiara dándome la razón.

Ruslana y Violeta nos miran intentando comprender por qué hemos decidido hablar de películas de perros cuando deberíamos estar tratando temas serios. Como lo que pasó en aquella discoteca. Pero ahora mismo prefiero hablar de perros que de aquello desde luego, me parece mucho más interesante.

- ¿Has visto Hachiko? - le pregunto a Chiara.

- Mmm no me suena, puede que no.

- ¿Cómo no has visto esa película Kiki? - se nos une Ruslana entonces.

- Ah vale gracias, ya iba a flipar yo solo - la apoyo.

- No, desde luego, es para hacerlo.

Violeta se levanta poniendo los brazos en jarra y acabando por completo nuestra conversación. Frunce el ceño a la vez aprieta sus labios pensando que decir mirándonos uno a uno salvo a Juanjo.

- ¿Pero se puede saber que hacéis? Queréis dejaros de hablar de películas de perritos que, sí Kiki son muy monos y todo eso, pero ...

No continua su frase ya que nos señala con su cara y ojos al muchacho que por primera vez desde que ha entrado no mira a ese dichoso mueble del salón que sujeta el televisor, sino que sus ojos están completamente clavados en mí. Quita la mirada rápido al ver que le he pillado y carraspea algo nervioso.

Vorágine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora