23. Dime - Beth.

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Nunca pensé que me iba a levantar entre los brazos de Juanjo. O al menos hace unos días si alguien me hubiera dicho que esto pasaría me hubiera reído en su cara después de decirle lo mucho que pensaba que Juanjo me odiaba. Ahora sin embargo con la luz apagada lo único que soy capaz de hacer es alzar mi barbilla lo justo para poder mirarle directamente ya que aún está durmiendo. Su respiración y la mía siguen acompasadas como lo han estado toda la noche, y su brazo aún se posa sobre mi cintura como si en algún momento yo fuera a salir corriendo de aquí y él me lo fuera a impedir.

Está claro que tenemos que hablar sobre lo sucedido, aclarar bien todas esas cosas que están pasando y asentar de una vez lo que queremos que suceda de ahora en adelante. Puede que ayer la intensidad se me fuera de las manos por unos minutos, pero no me arrepiento sabiendo que la consecuencia de ello ha sido poder volver a compartir cama.

Me acerco hasta su mejilla para dejarle un pequeño beso. Se revuelve y suelta un pequeño quejido, pero en vez de separarse, tira de mi cadera atrayéndome hacia él pidiéndome paso con su otro brazo para colocarlo debajo de mi cuerpo a la altura de mi cuello y terminar abrazados casi siendo uno.

- Buenos días - digo restregando mi cara un poco sobre su cuerpo.

- Mmmmm - murmura.

Suelto una pequeña risa y consigo alzar la mirada hacia él una vez más para ver cómo va abriendo poco a poco los ojos acompañándose de una sonrisa en sus labios que se extiende hasta los míos.

- ¿Vas a seguir mirándome así mucho más tiempo? - se burla de mí.

- ¿Eh? - respondo parpadeando un par de veces - No, yo... eres estúpido. Venga que tienes que salir de aquí para ir al sofá.

- Pero sí...

- No, no, estabas en el baño tienes que decir - respondo yo cortándole mientras me alejo de él.

Frunce su ceño como si no acabara de comprender mi comportamiento y es entonces cuando me doy cuenta de la situación. Parece que quiero echarle y volver a ese punto de no ha pasado nada, sin embargo lo único que pretendo es esconder lo sucedido a las demás hasta poder aclarar las cosas bien entre nosotros.

- No es lo que estás pensando - digo volviendo acercarme a centímetros de él. - Solo quiero que no se pongan como locas y pesadas hasta que tú y yo aclaremos todo como es debido. ¿Vale?

Afirma con un movimiento de cabeza pero sin parecer muy convencido de mis palabras. Lo que dije ayer no fue hablar por hablar, realmente ahora mismo no tendría ojos para otra persona que no fuera él.

Sonríe de forma tímida cuando se levanta y sale del cuarto como un niño pequeño a pesar de todo lo grande que es él al completo. Creo que estoy empezando a fijarme en cosas que antes no lo hacía como es su espalda, tan ancha y recta.

Oh no, no quiero seguir por ahí. Agito la cabeza y cuando oigo un par de ladridos al cabo de un rato confirmo que Ruslana ya ha salido de su cuarto y no tardan mucho más en hacerlo Chiara y Violeta. Dejo el móvil sobre la mesita para ser el siguiente en salir, cuando veo ahí junto a mis gafas de ver el teléfono de Juanjo. Espero que no lo necesite porque no tengo manera de sacarlo de forma sutil ahora mismo.

Me uno a la bulla que hay en el salón donde las tres chicas nos miran a uno y a otro esperando algún movimiento inusual. Sin embargo yo me limito acercarme donde Pedro descansa sobre el sofá y darle los mimos que me ha estado dando él a mí. Era como si hubiera sabido que no estaba bien de ánimos, dormía todas las noches conmigo, a mis pies y un día que Chiara quiso llevárselo a su habitación para dormir fue imposible hacerle moverse del final de mi cama.

- Bueno, ¿no vas a decir nada? - dice entonces Ruslana.

- ¿De qué? - la responde Chiara.

- ¡Kiki! Les pregunta a ellos - se ríe Violeta cogiéndola de la mano.

Vorágine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora