El único sonido que se escuchaba en el bosque era el de sus pasos hundiéndose en la nieve. Para poder cazar en ese territorio, tuvo que solicitar el permiso del dios del trueno. Al principio, le resultó curioso que durante los primeros días le preguntara sobre la gastronomía local, mencionándole platillos como arroz, huevo, mantequilla, pan, pescado y filete de reno, muy distintos a la dieta egipcia, que solía incluir muchas semillas, pollo, pasta y especias, menos comunes en Finlandia, especialmente en tiempos de guerra. Aún más raro fue que pidiera carne de reno, un ingrediente claramente inexistente en Egipto. Así, se encontraba cazando en un entorno muy diferente al que había conocido durante meses.
Se tomó su tiempo para cazar y disfrutar del frío que tanto añoraba. Finalmente, cuando atrapó el animal, regresó al territorio de RA y entregó la caza a los esclavos que le habían solicitado ayuda para preparar el Poronkaristys.
—No encontramos cerveza, pero el vino es un buen sustituto —anunció Anubis, entrando con una jarra bellamente decorada en azul y dorado.
—No vamos a poner alcohol en la comida.
—Pero me dijiste que el Poronkaristys se cocina con cerveza.
—Agua, crema o cerveza —dijo Anubis, inflando sus mejillas y cruzando los brazos.
—Ya lo he dicho, no se cocinará con cerveza, Anubis.
—Oye, si no le echas cerveza, te castigaré con cien latigazos —amenazó al cocinero, quien asintió en silencio.
—Si le pones cerveza, te dispararé en el pie —añadió el finlandés como advertencia.
—Yo soy tu amo.
—En este momento está embarazado —respondió el cocinero, mirando a ambos con temor. Aunque Anubis era su superior, la mirada del finlandés lo intimidó aún más.
—Traición, verás que no te perdonaré por esto —dijo Anubis,
Simo se marchó con Anubis hasta su habitación mientras se escuchaba en todo el templo los gritar y maldecir al cocinero. Pocos minutos después, Simo regresó, agradeciendo y asegurando que no le pasaría nada.
—Si es necesario, recibiré los latigazos yo mismo.
Anubis estaba claramente enfadado, y las marcas de diez latigazos en su espalda lo confirmaban.
—Eres muy berrinchudo, Anubis —comentó el finlandés mientras el dios chacal, con las mejillas infladas como un niño, disfrutaba de su tan preciado Poronkaristys.
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Sakari
FanfictionDespués del Ragnarok Anubis dejo muy en claro que ese olor a muerte emanando del finlandés quería tenerlo a su lado por el resto de su eternidad. Nunca pensó que seria posible concebir una vida juntos