Los movimientos de Anubis eran más inquietos en esos momentos, y no podía dormir.
—Tranquilo —murmuró adormilado, intentando acariciarle la cabeza, pero Anubis seguía intranquilo.
—No, es que me siento mal, no estoy cómodo y me siento raro —dijo, mirando a Simo con preocupación.
El finlandés intentó calmarlo, abriendo los ojos solo para ver cómo el rostro de Anubis se transformaba en una expresión de asombro y terror.
—¡Simo! —gritó, pero él no reaccionó hasta que sintió la humedad extendiéndose en el colchón.
La fuente se había roto, y ambos quedaron en shock.
El dolor hizo que Anubis reaccionara, y, en un impulso, abofeteó a Simo para que él también lo hiciera.
—Lo siento —dijo Simo.
Justo antes de que Simo pudiera ayudarlo a levantarse; la diosa con cabeza de hipopótamo ya había llegado a sus aposentos, lista para asistir en el parto.
Simo se llevó una mano a la mejilla enrojecida mientras con la otra sostenía a Anubis, aceptando que había sido su culpa.
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Sakari
Hayran KurguDespués del Ragnarok Anubis dejo muy en claro que ese olor a muerte emanando del finlandés quería tenerlo a su lado por el resto de su eternidad. Nunca pensó que seria posible concebir una vida juntos