Día 16: Llegó el bebé

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El eco de los gritos de Anubis resonaba en la sala, mientras él se sentía impotente al no poder ayudar. Cuando vio al niño deslizarse fuera de Anubis, su instinto fue alcanzarlo, incluso sumergió un pie en el agua, pero Tueris lo detuvo.

—Tranquilo, yo me encargo —dijo, tomando al pequeño bebé desnudo, un varón, con cabello negro como el de su madre y una piel morena hermosa. Observó en silencio mientras una de las damas que acompañaban a la diosa envolvía al bebé llorón en una manta de seda, secando su pequeño cuerpo con cuidado.

La tina estaba teñida de sangre, y su ropa se empapó al sacarla del agua.

—¿Estará bien? —preguntó el soldado.

—Por supuesto, lo vamos a limpiar. Yo me encargo de Anubis, ve con...

—Sakari... —interrumpió débilmente Anubis al abrir los ojos lentamente. Simo miró al dios de cabello oscuro. —Sorpresa —Anubis levantó sus manos con lentitud; había decidido dar a su bebé un nombre finlandés. —Vamos, ve con él. Prometiste qué harías lo imposible por ser un buen padre.

Simo besó los labios de Anubis con ternura antes de dirigirse hacia su hijo. Extrañamente, el bebé ya tenía los ojos abiertos, y Simo se dio cuenta de lo mucho que se parecía a Anubis. Tocó su mejilla, sus pequeñas manos y acarició su cabello. Fue entonces cuando se preguntó: ¿Dónde habían quedado sus propios genes?

SakariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora