Día 24: Extractor de leche

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Simo vio entre la maleza del bosque una figura que se acercaba lentamente. A medida que avanzaba, se hacía más grande, y cuando salió a la vista, Simo reconoció a Susano, acompañado de otra figura más pequeña que no había notado antes.

—¡Simo! —exclamó Susano con entusiasmo. Simo lo saludó con un leve gesto, sin dejar de cumplir con su tarea—. Me dijeron que Anubis estaba aquí. Lo busqué muchas veces en el panteón egipcio, pero nadie me dio razón.

—Está adentro —respondió Simo, observando una pequeña bolsa que Susano llevaba, claramente un regalo.

—Gracias. Vamos, Okita —dijo Susano, mientras el pequeño lo seguía de cerca.

Al entrar, encontraron a Anubis de pie, arrullando al bebé en sus brazos. Susano se agachó para entrar por la puerta.

—¡Anubis! —saludó con la misma alegría con la que había hablado a Simo.

—Susano.

—Te ves fatal —dijo Susano con una sonrisa. Anubis frunció el ceño—. Mira, te traje un regalo.

Dejó la bolsa en la mesa. Anubis, aprovechando la presencia de su amigo, le entregó al bebé para abrir el regalo. Susano se sorprendió de lo pequeño que era el bebé, al punto de que podía sostenerlo con una sola mano.

—¿Qué es esto?

—Es un extractor de leche. Por experiencia, sé que tus pezones pueden rozarse si los chupan demasiado.

Anubis se sorprendió y luego miró a Okita, quien parecía entretenido con el bebé.


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