Día 12: Habitación del bebé

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—He cambiado de opinión, la cuna mejor lejos de la ventana —dijo Anubis, señalando hacia el otro lado de la habitación. Los esclavos, en silencio, asintieron y levantaron la pesada cuna para moverla al rincón.

—No estés jugando.

—Es en serio, cambié de opinión —replicó el dios chacal al finlandés, cruzando los brazos.

Su embarazo era evidente en su redonda panza, que adoraba abrazar para sentir los movimientos del bebé.

Simo observó a su alrededor, donde predominaban los tonos amarillos, cenizos y cafés. Las columnas estaban adornadas con jeroglíficos, y las paredes mostraban representaciones de Anubis, Ra y Tueris, a quien honraban todos los días con su collar,

Al regresar de sus pensamientos, Simo vio al dios del embalsamamiento sentado en una cómoda silla junto a la cuna, sosteniendo un pequeño juguete que Seth le había regalado, representando su propia imagen.

—Te ves adorable —menciono la muerte blanca, acercándose a Anubis y besando su mejilla, lo que provocó una risa.

—Parece un sueño... —el dios chacal dejó el peluche a un lado y sacó una cajita de madera de la cuna.

—Ábrela —le indicó. Al hacerlo, Simo encontró un pequeño peluche de un reno—Nacerá en Egipto, pero quiero que tenga algo tuyo. Le diremos que es de tu parte —sonrió Anubis, antes de recibir un suave beso del militar. Al abrir los ojos, se miraron por unos segundos, hasta que el pelinegro habló.

—¿Crees que la cuna se vería mejor en medio de la habitación? —Los esclavos hicieron una mueca de frustración, pero Simo no dijo nada al respecto.

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