Día 8: Ropa apretada

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—¡Simo! — el finlandés había despertado a altas horas de la noche para cumplir las exigencias de Anubis ante los antojos que cada vez eran más y más incontrolables, las quejas de su cuerpo cambiando y ahora...

—No puedo— habló intentando bajar su top; por decirlo de alguna manera, para cubrir sus pechos, quería mencionar acerca del cambio que estaba teniendo, no solo su traje ya le quedaba apretado sino también esa tanga que no podía estirarse más por la parte de sus caderas

Pero sabia que si llegaba a mencionarlo serian unas tres horas pidiendo perdón, consolándolo y escuchando sus lloriqueos, no lo culpaba, pero para él también era agotador.

—Te ayudo— levanto sus manos para tomar la tela, pero deteniéndose, dudar y continuar con ello, sus pechos antes firmes estaban más suabes y un poco más sensibles al movimiento, a cualquier movimiento.

—Es que no me baja, no puedo bajarlo— los leves brincos provocaron un movimiento bastante... sexy en esos enormes pechos, entrecerrando los ojos y haciendo una mueca por ello mientras escucha a lo legos las quejas de Anubis.

—¿Y si no te pones el top?

—¿Y que los demás me vean, así como me estás viendo tu? Olvídalo

Un gruñido salió de sus labios no por el disgusto sino por la pena y vergüenza de ser descubierto, según él no había mostrado expresión alguna 

SakariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora