Día 4: Ultra sonido / Eco

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—¿Qué pasa, Simo?

—¿Por qué vamos al Nilo?

—¿No te lo conté? Vamos a comprobar cómo está nuestro bebé. Tueris nos ayudará.

Al llegar al Nilo, el finlandés notó a una diosa con cabeza de hipopótamo emergiendo del agua. Su instinto lo llevó a colocarse en guardia y posicionar a Anubis a sus espaldas, pero este último simplemente le sonrió a la diosa, saludándola. Viendo cómo ella le ofrecía la mano, Anubis la tomó y caminó dentro del Nilo hasta que el agua cubrió su vientre. Con ambas manos en su abdomen, ahora un poco abultado, el pelinegro sonreía.

Simo no podía dejar de observar las ondas que se hacían más grandes, empezando justo donde se encontraban los dioses, como si algo provocara las ondas que se desvanecían al alejarse.

—¿Qué es esto?

—Ven —dijo Anubis, consciente de su confusión. Simo entrecerró los ojos antes de quitarse los zapatos y caminar hacia el agua. Una vez sus pies tocaron el Nilo, el sonido del latido del corazón retumbó en sus oídos, un sonido envolvente que se hacía cada vez más fuerte a medida que se acercaba a Anubis. Las ondas en el agua eran causadas por el latido del corazón de su hijo, y eso lo sorprendió.

—¿Cómo es posible?

—El Nilo es vida y también puede mostrarla —explicó Tueris al finlandés—. Solo estamos verificando que todo esté bien, y los latidos de su corazón indican que lo está. Son fuertes y constantes, es una buena señal.

No sabía cómo, pero ese sonido le hizo sonreír suavemente, justo antes de sentir el beso de Anubis en su mejilla. También él estaba contento.


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