Día 31: Feliz cumpleaños

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Esa mañana, varios esclavos llegaron a la casa para preparar la comida y un pastel dulce para el primer cumpleaños de Sakari. Anubis había insistido en organizar una gran fiesta, pero Simo se alegraba de haberlo convencido de optar por algo más sencillo. Si lo simple ya era extravagante, no quería imaginar cómo sería una gran celebración organizada por el dios chacal.

Los esclavos se encargaron de la comida, y la pequeña familia celebró juntos el primer cumpleaños de su hijo. Comieron, El dios egipcio bebió y cortaron el pastel.

Anubis manchaba la cara de Sakari con el glaseado, y el pequeño lo imitaba riendo.

Un año había pasado desde aquella repentina noticia en el panteón egipcio, y ahora se encontraban celebrando el primer cumpleaños de su hijo.

—Hora de los regalos —anunció Anubis con una sonrisa.

Simo se acercó a una caja que uno de los esclavos de egipcio había traído y cuidado. Al abrirla, un cachorro salió moviendo la cola y ladrando.

—Es bueno que un niño crezca con un amigo —dijo Simo.

Sakari gritó de emoción y acarició al cachorro con entusiasmo. Simo, cuidando que el pequeño no fuera brusco, tomó su muñeca y guió su mano para que acariciara suavemente al animal. El pequeño lo hizo, sonriendo.

—Qué lindo regalo. Ahora el mío —dijo Anubis, abriendo la puerta y tirando de una delgada cadena. Del otro lado apareció un joven—. ¡Tada! Su primer esclavo.

—Anubis, no. ¿Desde hace cuánto tiempo está afuera?

—No sé... creo que desde que llegaron ellos —dijo, encogiéndose de hombros.

—Sakari no tendrá un esclavo.

—¿Qué? Pero va a tener un cachorro.

—No compares a un animal con una persona.

—Es un esclavo.

—Anubis... —el tono de Simo era molesto y claro.

—Está bien, no tendrá esclavo —dijo Anubis, cruzando los brazos y volviendo a su silla mientras comía pastel—. Ahora creerá que no le di nada en su primer cumpleaños.

—El cachorro es un regalo de los dos —respondió el finlandés. Anubis sonrió y asintió, mirando cómo su pequeño disfrutaba del pastel mientras Simo lo alimentaba.

—Tienes razón, un esclavo no es un buen regalo para un bebé. Esperaré a que tenga seis años para dárselo —dijo feliz.

—No tendrá un esclavo, Anubis. Punto —replicó Simo. Anubis puso los ojos en blanco, algo molesto, pero sin discutir más.

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⏰ Última actualización: Sep 01 ⏰

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