Extra: Un'eternità

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Extra: Una eternidad.

Atención: Éste extra se situa antes del epílogo. Es sobre la boda de Alesha y Emiliano.

Emiliano

Fui empujado aquí y me pareció estúpido. Ni siquiera sabía de dónde habían salido todos estos tipos.

Joder.

Gael volvió con una botella de whiskey, mi preferido.

Me la ofreció y negué con la cabeza.

—¡Por favor, cuñado!—señaló la botella con la cabeza— O le digo a tu suegro las cochinadas que haces con Alesha.

El aludido frunció el ceño mientras Alonzo se reía de su cara. Yo, sin embargo, estaba de mal humor.

Me secuestraron.

—¿Por qué le dirías lo obvio?

Giulio me miró, achicando sus ojos en el proceso.

—Cuidado, o podría secuestrar a mi hija asi no se casa contigo.

Y yo aquí creyendo que le caía bien y ahora está diciendo que separará a mi mujer de mi.

No podría de todas formas.

—No se dejaría, ya que, no soporta estar sin mi.

—Demasiado ególatra.

—Te acostumbrarás a su humor ácido.

Alonzo me palmeó el hombro y giré mi cabeza sólo para fruncirle el ceño.

—No es humor, es la verdad.

Ella había dicho que no sabría que hacer sin mi cuando casi me iba hacía el más allá.

De todas formas, no la iba a dejar. ¿Para qué? Si yo moría, se podría volver a enamorar de otra persona y eso, era algo que no permitiría.

Alesha era mía, hoy y para siempre.

Aunque en ese momento, realmente pensé que iba a morir.

Pero no.

Por ahí dicen que hierba mala nunca muere.

No creía en el dicho, hasta que me pasó.

Prefería que mi mente no vaya hacía allí, no quería recordar como esa cosa insignificante casi me separa de mi bella futura esposa.

Le fue mal a la pobre Anna, duró menos que una fruta al pudrirse.

Volviendo a mi mujer, quería verla. Desesperadamente.

Tenía que asegurarme que llegara al altar y no me hiciera esperar. Cerciorarme de que esté bien y no se escapé.

No podría escapar. No tenía escapatoria de mi.

La perseguiría y la encontraría en cualquier rincón del mundo.

Pero ella no lo haría, me amaba.

Volví a la realidad cuando escuché la voz de Gael detrás de mi.

—¿Es hora, cariño?—hubo una pausa—Bien, si, si, ya lo tengo.

Fruncí el ceño.

—¿Qué es lo que…—Alonzo se cortó cuando volvió su vista hacía mi, abriendo mucho  los ojos.

Y el dolor punzante me paralizó.

—Tranquilos chicos, él estará bien, creo.

Fue lo último que escuché antes de caer en la inconsciencia.

Venenosa Adicción [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora