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Ira

Las calles de la ciudad están prácticamente vacías.

El tiempo parece avanzar más rápido de lo que lo hace en realidad, pero la angustia y desesperación juegan con la mente de las personas en los momentos que más tranquilidad necesitan. Y eso era exactamente lo que ocurría dentro de aquel automóvil.

El olor a vainilla del ambientador lo sofocaba. Abrió la ventanilla intentando sentirse mejor... Nada funcionaba, solo quería llegar.

Al fin llegó a la casa de Jimin, su corazón late apresuradamente. Ha conducido a toda velocidad sin importarle las normas de tránsito. Necesita verlo. Necesita saber que está bien.

Sale del auto y corre hacia la puerta de la casa. Llama al timbre, una y otra vez, hasta que la puerta al fin se abre.

La madre de Jimin está en el umbral, con una expresión de sorpresa y preocupación. Yoongi la observa notando el parecido que tienen ella y su hijo, lo ignora, por ahora tiene otra prioridad.

— ¿Min Yoongi?

Yoongi se detiene, sin aliento. Intentando controlar su respiración mientras realiza una pequeña reverencia.

— Sí, soy Min Yoongi — afirma mientras su mano sostiene su pecho como si aquello se ayudara a regular sus inhalaciones — ¿Cómo está Jimin? Jungkook me dijo... Lo siento mucho — jadea, su voz entrecortada.

Park Yeona, la madre de Jimin mira a Yoongi con una mezcla de tristeza y gratitud.

— Soy Park Yeona — se presenta dulcemente — Adelante, Yoongi. Jimin está... herido. Pero, gracias por venir — su mirada se fija en la de Yoongi antes de extender su mano, Yoongi lo nota y acerca la suya.

La mano de la señora Park era cálida y suave, pero temblaba notoriamente. Sostuvo la de Yoongi y la acarició un poco con su dedo pulgar en movimientos circulares. Era su forma de agradecimiento.

— Eres la primera persona que lo visita y se preocupa por él desde que terminó en el hospital — su voz se quebró, mientras Yoongi se sintió pesaroso al escuchar aquella confesión — Gracias por venir... Ahora sígueme cariño, te llevaré a su habitación.

Yoongi entra a la casa, cada paso es más difícil que el anterior. Es como si sus pies se hicieran más pesados a cada paso que da. Sigue a Yeona por el pasillo, su corazón late con más ansiedad que cuando recién había llegado. La madre de Jimin abre la puerta y se hace a un lado para dejar pasar a Yoongi, indicándole que guarde silencio.

— Jimin... Yoongi ha venido a verte — dice suavemente, casi en un susurro.

Yoongi entra en la habitación, y su mirada se dirige inmediatamente a Jimin, quien yace en la cama con un ojo en tinta, su labio inferior partido y la cara magullada. Yoongi siente sus piernas flaquear y su pecho doler por la impresión. La gravedad de las lesiones de Jimin es mucho peor de lo que imaginaba.

La habitación está en silencio, solo se escucha la respiración entrecortada de Jimin y el sonido que produce el purificador de ambiente.

Yoongi se acerca a la cama, sintiendo una mezcla de culpa, preocupación y angustia.

— Jimin... — susurra, tocando suavemente la mano del menor — Jimin...pequeño — agrega suavemente.

Jimin intenta abrir los ojos con dificultad, la hinchazón en su ojo derecho le dificultaba hacerlo por completo, más lo logra apenas, mira a Yoongi y le regala una débil sonrisa.

— Yoongi... — susurra, su voz apenas audible.

La madre de Jimin se retira de la habitación, cerrando suavemente la puerta detrás de ella. Yoongi se sienta en la sillita junto a la cama, tomando la mano de Jimin.

Siempre fuiste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora