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Jamás se había interesado por la gente de su pueblo. Se le habían enseñado otras cosas que según su abuelo y la septa eran muy importantes, pero sabía que su madre pensaba distinto. Siempre la había visto hacer caridad y preocuparse realmente por aquellas personas que trabajan por ellos. Suponía que había sido la crianza de su abuela ya que era la mujer más dulce y amable que conocía en los siete reinos a parte de su madre.

Saber que su esposa estaba utilizando su propio oro para el bienestar del pueblo lo hizo sentirse orgulloso y entendía porque su abuelo había insistido en que se casara con ella. Aunque todavía imaginaba aquellos ojos azules y aquel cabello como fuego. Suspiro y se recostó en las almohadas inhalando el aroma que su esposa había dejado en las almohadas. Quería quererla, pero no podía pensar en ella de esa forma o no quería aceptarlo. Pensó en las palabras de Cregan y la propuesta que le hizo a Aenerys sabiendo que era probable que ella no aceptará. Decidió ir en busca de agua antes de que saliera el alba y no molestar a las damas.

—¿Qué haces?—murmuro cuando la vio caminando por los pasillos, pero lo que le llamo la atención es que su cabello estaba estaba revuelto y sus ojos cerrados—¿Erys?

—Baelor—murmuró bajo—Te prometo que los salvaré a todos.

—¿Qué?—estaba tan confundido como asustado. La tomó por la cintura con uno de sus brazos e inspeccionó su rostro. Su miedo creció cuando se dio cuenta que estaba dormida—Aenerys despierta.

La removió levemente, pero ella hablaba en un idioma que no entendía. Se aparto cuando la princesa abrió sus ojos y lo tomó fuertemente de los hombros.

—Tú y yo somos el destino del dragón.

La tomó nuevamente de la cintura cuando se percato que caería al suelo.

—¡Un maestre!—grito a nadie en realidad. Los pasillos estaban vacíos.

Se dirigió hacia la estancia del maestre que lo había atendido desde que era un niño. ¿Qué estaba pasando?

—Su alteza—murmuró el hombre que estaba recién levantado de su cama—¿Qué ha pasado?

—No lo sé—negó—Se desmayo, pero no conozco la razón.

—Lo más probable es que este en cinta—explicó—Los días pares funcionan.

El príncipe trago grueso y negó.

—Hace días menciono que su luna había llegado—murmuró y el maestre asintió sin tomarle importancia.

—Con esto reaccionara.

Coloco una pomada bajo su nariz durante unos minutos hasta que reacciono.

—¿Cómo llegué aquí?—murmuró con los ojos entreabiertos.

—¿Te sientes bien?—se acerco a ella tomando su mano—¿No recuerdas que estabas en el pasillo?

—No—susurro apretando su mano—Estoy mareada.

—Le prepararé un té—murmuró el maestre y el príncipe asintió.

—Vi a Baelor otra vez—susurro tan bajo que al principio no entendió a lo que se refería su esposa.

"THE GAME" 《Jacaerys Velaryon》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora