Una Visita a Kingsley

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Narrado por Chloe

El Ministerio de Magia se alzaba ante nosotras. A medida que nos acercábamos, sentía cómo una mezcla de determinación y nerviosismo se apoderaba de mí. Hermione estaba a mi lado, su semblante serio y enfocado. Sabía que para ella esto era más que una simple búsqueda de respuestas; era una lucha por la verdad, una verdad que podía cambiarlo todo.

Entramos al vestíbulo del Ministerio, un lugar que alguna vez había simbolizado la autoridad y la justicia, pero que ahora se sentía cargado de secretos. La mirada de los empleados que pasaban a nuestro alrededor era cautelosa, como si supieran que algo no estaba bien. Sin embargo, no les prestamos atención. Hermione avanzaba con paso firme, y yo la seguí, intentando mantener la calma que ella proyectaba tan bien.

Al llegar a la oficina de Kingsley Shacklebolt, la recepcionista nos detuvo, pero Hermione no permitió que eso nos retrasara.

—¿Tienen una cita con el Ministro?—, preguntó con cortesía la recepcionista.

—No, pero esto no puede esperar—, respondió Hermione con una determinación que hizo que la mujer dudara.

Después de un momento, la recepcionista desapareció por una puerta y, tras unos segundos, regresó para indicarnos que podíamos pasar. Sentí un nudo en el estómago cuando entramos en la oficina de Kingsley. Él estaba de pie detrás de su escritorio, su rostro inicialmente relajado se tensó al vernos.

—Hermione, Chloe—, dijo en un tono que intentaba ser amable, pero en el que percibí una ligera vacilación. —Es una sorpresa verlas aquí. ¿Qué las trae?—

Hermione no perdió el tiempo. —Kingsley, no estamos aquí para una visita cordial. Necesitamos respuestas, y tú eres la persona que puede dárnoslas. Sabemos que tienes información sobre la desaparición de James y sobre los actos de Umbridge después de la guerra.—

La sorpresa en el rostro de Kingsley fue obvia, pero rápidamente intentó disimularlo, lo que solo me hizo sospechar más. Nos invitó a sentarnos, y aunque aceptamos, el ambiente era tenso. Podía ver cómo trataba de encontrar una manera de manejar la situación sin comprometerse.

—Entiendo que esto sea preocupante para ustedes—, comenzó, mientras se sentaba frente a nosotras. —Pero les aseguro que todo está bajo control. Dolores Umbridge ya no es una amenaza, y el Ministerio está trabajando para resolver cualquier asunto pendiente.—

La frialdad en su respuesta hizo que mi frustración creciera. Estaba cansada de evasivas. Hermione intentaba mantener la calma, pero yo sabía que ella también estaba al borde de perder la paciencia.

—Kingsley—, dijo Hermione con voz controlada pero firme. —No estamos aquí para que nos tranquilices. Necesitamos saber qué pasó con James y que tiene que ver Umbridge en todo esto. No podemos seguir adelante si no entendemos lo que está sucediendo.—

Kingsley cruzó las manos sobre su escritorio, un gesto que parecía más para calmarse a sí mismo que para convencernos. —Chicas, comprendo su preocupación, pero les aseguro que la situación está manejada. Umbridge ya no tiene influencia en el Ministerio, y James... bueno, no es algo de lo que pueda hablar abiertamente.—

No pude contenerme más. Me incliné hacia adelante, mis ojos fijos en los suyos. —No estamos aquí para que nos digas lo que quieres que escuchemos, Kingsley. Estamos aquí para saber la verdad. ¡Estamos hablando de la vida de James y del peligro que podría seguir representando Umbridge!—

Kingsley tragó saliva, su fachada de control comenzando a desmoronarse. Intentó desviar la conversación hacia otros temas, pero yo no lo dejé.

—¡No puedes seguir evitándonos!—, exclamé, levantando la voz. —Sabemos que algo sucedió, algo que no quieres que sepamos. ¡James ha desaparecido y tú tienes algo que ver con eso!—

Hermione me tocó el brazo en un intento de calmarme, pero yo estaba demasiado alterada como para dejar que las cosas siguieran su curso habitual. Kingsley se veía más nervioso que nunca, pero seguía intentando mantener el control de la situación.

—Chloe—, dijo con un tono paternalista que solo me enfureció más. —Debes entender que no todo es blanco o negro en el mundo en el que vivimos. A veces, para proteger a los que queremos, debemos tomar decisiones difíciles.—

Esas palabras fueron el detonante. Me levanté de golpe, sacando mi varita y apuntándola directamente hacia él. El aire en la oficina se volvió espeso, cargado de magia y tensión. Hermione se levantó también, intentando calmarme, pero yo estaba más allá de cualquier razonamiento en ese momento.

—¡Dinos la verdad!—, grité, mi voz temblando de ira. —Dinos qué le hiciste a James o te juro que haré que hables, aunque tenga que forzarte.—

Kingsley levantó las manos en señal de rendición, su rostro lleno de una mezcla de miedo y resignación. Sabía que estaba acorralado y que no podría seguir ocultando la verdad.

—Está bien—, dijo finalmente, su voz quebrándose. —Les diré lo que sé. Pero deben entender que lo hice por una buena razón... o al menos, eso creí en su momento.—

Hermione me miró, y aunque no lo dijo en voz alta, vi en sus ojos una súplica para que bajara la varita. Con un esfuerzo consciente, retrocedí, aunque sin relajar del todo mi postura.

Kingsley respiró hondo, como si estuviera preparándose para una confesión dolorosa. —James no fue enviado a Azkaban porque tenía información crucial sobre los últimos remanentes de los mortífagos. Umbridge era una pieza clave en todo esto. Pero las cosas se complicaron. Ella comenzó a actuar de manera independiente, a hacer cosas que ni siquiera yo sabía. Se salió de control.—

Me quedé quieta, procesando lo que acababa de escuchar. Hermione tomó la palabra, su voz ahora más suave, pero aún así insistente.

—¿Y qué pasó con Umbridge?—, preguntó, inclinándose hacia adelante.

Kingsley bajó la mirada, como si lo que estaba a punto de decir fuera demasiado doloroso de admitir. —Umbridge desapareció—, dijo en un susurro. —La última vez que intenté detenerla, ya era demasiado tarde. Y James... lo mantengo bajo custodia, lejos de Azkaban. Lo protejo, pero no sé cuánto tiempo más podré hacerlo.—

El silencio que siguió fue ensordecedor. No era la respuesta que esperábamos, pero tampoco la que temíamos. Kingsley no era un villano, pero sus errores nos habían puesto en una situación imposible.

Finalmente, Hermione rompió el silencio. —Esto no termina aquí, Kingsley. Sabemos que lo que sucedió es más grande de lo que estás dispuesto a admitir, y no descansaremos hasta descubrir toda la verdad.—

Kingsley asintió, su rostro mostrando una mezcla de tristeza y agotamiento. —Entiendo. Haré lo que pueda para ayudarlas, pero deben prometerme que procederán con cautela. Hay fuerzas en juego que podrían poner en peligro más vidas de las que se imaginan.—

Salimos del Ministerio sin decir una palabra más. El peso de lo que habíamos descubierto y lo que aún quedaba por desentrañar pendía sobre nosotras, pero al menos ahora teníamos algo más que dudas y sospechas. Teníamos la verdad... aunque fuera solo una parte de ella.

Entre Libros & Suspiros ~ HERMIONE GRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora