Entre Libros & Suspiros ~ HERMIONE GRANGER

Bajo las Estrellas

Perspectiva de Hermione

El día había sido tan agotador como los anteriores. Entre libros apilados en las mesas de la biblioteca y el constante murmullo de estudiantes repasando para los E.X.T.A.S.I.S., sentía como si el peso del mundo descansara sobre mis hombros. Aun así, había algo que me mantenía en pie, algo que hacía que el cansancio fuera un poco más llevadero: Chloe.

No solo había estado a mi lado apoyándome en todo momento, sino que se había asegurado de que no me hundiera en el estrés. Me recordaba constantemente que debía comer, que tomara descansos, y siempre encontraba la manera de sacarme una sonrisa, incluso en los días más difíciles. Hoy, sin embargo, quería hacer algo especial por ella.

Sabía que estaba agotada también, aunque intentara ocultarlo detrás de esa sonrisa juguetona. Así que, con la ayuda de Ginny y Ella, logré organizar una pequeña sorpresa para ella. Algo simple, pero que nos permitiera desconectar del caos de Hogwarts, aunque solo fuera por una noche.

Al caer la tarde, me acerqué a Chloe, estábamos en la sala común de Gryffindor. Parecía concentrada en un libro de pociones, pero al notar mi presencia, levantó la vista y sonrió.

—¿Lista para un pequeño descanso? —le pregunté, con una sonrisa enigmática.

Chloe arqueó una ceja, claramente intrigada. —¿Un descanso? ¿Qué tienes en mente, Granger?— su tono era travieso, pero sus ojos brillaban de curiosidad.

—Es una sorpresa —dije, tomando su mano y tirando suavemente de ella para que se levantara—. Confía en mí.

—Siempre lo hago —respondió, dejando que la guiara fuera de la sala común.

El camino hacia el lago estaba tranquilo, la brisa fresca de la tarde acariciaba nuestros rostros mientras caminábamos de la mano. El cielo ya comenzaba a teñirse de colores cálidos, y a lo lejos, las primeras estrellas comenzaban a aparecer. Chloe no preguntó nada más, simplemente me seguía con esa sonrisa suave que siempre me hacía sentir segura.

Cuando llegamos al lago, Chloe se detuvo, sus ojos se iluminaron al ver lo que había preparado. Una manta suave estaba extendida en el suelo, rodeada de pequeñas velas flotantes que Ginny y Ella me habían ayudado a encantar para que brillaran en la superficie del agua. Sobre la manta, había una cesta con comida, algo simple pero especial.

—Mione... esto es... —Chloe parecía sorprendida, sus palabras eran un susurro mientras sus ojos recorrían la escena—. Es hermoso.—

—Quería hacer algo especial para ti, para nosotras —respondí, tomando ambas manos entre las mías—. Has estado cuidando de mí todo este tiempo, y ahora me toca a mí.—

Chloe me miró con una ternura que me desarmó por completo. Sin decir nada más, me atrajo hacia ella y me abrazó con fuerza. Sentir su cuerpo contra el mío, su calor y su respiración tan cerca, hizo que el mundo se detuviera por un momento.

Nos sentamos juntas en la manta, disfrutando de la tranquilidad del lago. El silencio entre nosotras era cómodo, como si no necesitaramos palabras para comunicarnos. Simplemente estar ahí, juntas, era suficiente. Chloe acariciaba suavemente mi mano mientras hablábamos de cosas triviales, nuestras risas llenando el aire con una suavidad que me hacía sentir más ligera.

Después de un rato, Chloe me miró a los ojos, sus dedos jugando distraídamente con un mechón de mi cabello.

—Eres increíble, ¿lo sabes? —susurró, inclinándose hacia mí.

—No más que tú —respondí, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba con cada palabra que decía.

Chloe me miró durante un largo momento antes de inclinarse lentamente hacia adelante y besarme. El beso fue suave al principio, como una caricia, pero pronto se volvió más profundo, más intenso. Sentí cómo su mano subía hasta mi cuello, sus dedos rozando mi piel con una delicadeza que me hizo estremecer.

Me dejé llevar por el momento, olvidando todo lo que no fuera ella. Mis manos se deslizaron por su espalda, atrayéndola más cerca de mí, queriendo sentirla completamente. Chloe rompió el beso por un segundo, nuestras respiraciones entrelazadas mientras nuestras frentes se tocaban. Su mirada se clavó en la mía, y pude ver en sus ojos todo el amor que sentía por mí.

—Te quiero tanto, Mione —susurró, su voz temblando ligeramente.

—Yo también te quiero, amor —respondí, mi voz apenas un susurro.

Chloe sonrió, esa sonrisa que siempre me derretía, y volvió a besarme, esta vez con más pasión. Nos recostamos sobre la manta, nuestras manos explorando suavemente cada rincón del cuerpo de la otra, como si quisiéramos memorizar cada detalle. El mundo a nuestro alrededor se desvaneció, y por ese momento, solo existíamos nosotras.

Nuestra respiración pesada y entrecortada, sumidas en el momento. Chloe encima de mí empezó a desabotonar mi camisa, la miré fijamente  y fue inevitable que no se formara una sonrisa en mi rostro, hace tiempo que no teniamos un momento así.

El suave murmullo del lago, el brillo de las estrellas sobre nuestras cabezas, y el calor de nuestros cuerpos entrelazados... todo se sentía perfecto. No había prisa, no había presión. Solo amor, puro y sincero, compartido en cada caricia, en cada beso.

Después de un largo rato, cuando nuestras respiraciones volvieron a calmarse, Chloe se acurrucó a mi lado, su cabeza descansando en mi pecho mientras sus dedos trazaban suaves círculos en mi brazo.

—¿Sabes? Podría quedarme aquí contigo para siempre —murmuró, su voz suave y adormilada.

—Yo también —respondí, acariciando su cabello—. Pero me conformo con estar contigo todo el tiempo que sea posible.—

Nos quedamos así, bajo las estrellas, simplemente disfrutando de la presencia de la otra. Sabía que los próximos días serían difíciles, con los E.X.T.A.S.I.S. acercándose, pero en ese momento, no me importaba. Tenía a Chloe a mi lado, y eso era todo lo que necesitaba para enfrentar lo que viniera.