Epílogo

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Perspectiva de Chloe

Habían pasado varios meses desde que nos graduamos de Hogwarts, y el mundo, que antes parecía tan incierto, empezaba a tomar forma. No diría que fue fácil adaptarse a esta nueva vida de adultos en el mundo mágico, pero tener a Hermione a mi lado hacía que todo fuera mejor, más brillante.

Nuestra pequeña perrita, Princesa, una golden retriever que adoptamos hace apenas un par de semanas, dormía plácidamente en su cama junto al sofá, su respiración suave como una melodía constante en nuestra rutina diaria. Elegimos el nombre en honor a James, que solía llamarme así. Hermione había estado de acuerdo desde el principio, sabiendo lo mucho que significaba para mí.

—Mira, amor —le dije mientras pasaba la mano por el pelaje dorado de Princesa—. Se parece a ti cuando duermes. Tranquila, sin preocupaciones.—

Hermione, que estaba sentada junto a mí con su cabeza apoyada en mi hombro y un libro en la mano, soltó una risa suave.

—¿En serio? ¿Eso es lo mejor que tienes? —respondió con una sonrisa traviesa, inclinándose un poco para darme un beso en la mejilla—. Porque yo sé que cuando tú duermes... roncas.—

—¿Yo? —exclamé en un tono de falsa indignación—. ¡Yo no ronco! Es Princesa quien hace esos ruiditos tan adorables... Y si yo lo hiciera, bueno, te aseguro que serían roncidos elegantes.—

Mientras estábamos sentadas en el sofá, me di cuenta de que Hermione estaba absorta en su lectura. Su rostro tenía esa concentración que siempre me dejaba fascinada. El silencio era cómodo, solo interrumpido por el suave ronquido de Princesa a nuestros pies. Decidí romperlo, pero de una manera que sé que siempre le arranca una sonrisa.

Me acerqué lentamente, con un aire de sigilo, y sin decir nada, le robé un beso en la mejilla. Ella apenas reaccionó, concentrada en su libro, pero vi una pequeña sonrisa formarse en sus labios.

—Mione... —susurré, en un tono juguetón—. ¿Sabes lo que estaba pensando?—

—¿Qué? —respondió sin levantar la vista, su tono cómplice.

—Que cada vez que te veo así, tan concentrada... quiero distraerte. —Le di otro beso, esta vez más cerca de su cuello.

—¿Ah, sí? —preguntó, aún sin apartar la vista del libro, aunque noté que su concentración se estaba desmoronando. Ya la tenía.

Me incliné más cerca, acariciando suavemente su brazo con mis dedos, sabiendo exactamente lo que provocaba. Le susurré al oído:

—¿Sabes lo increíble que eres? Podría pasarme horas aquí solo mirándote... pero sería una pena no tocarte mientras lo hago.—

Por fin, cerró el libro con un suave "clic" y lo dejó a un lado, volviéndose hacia mí con una sonrisa pícara.

—¿Así que todo esto era solo una excusa para seducirme? —preguntó, sus ojos brillando con ese toque travieso que me volvía loca.

Me reí suavemente y la tomé de la mano.

—Lo admito. No puedo resistirme a hacerlo. —Dije mientras entrelazaba nuestros dedos y acercaba su mano a mis labios, besándola con ternura—. Pero solo porque me encantas.—

Hermione me miró en silencio por un momento, y luego, sin decir nada más, se inclinó hacia mí y me dio un beso lento y suave. Me quedé sin palabras, pero eso no importaba. En ese instante, no había necesidad de hablar.

Cuando finalmente nos separamos, ambas sonriendo como dos tontas enamoradas, ella murmuró:

—Amor, ¿alguna vez te cansas de estar tan adorable?—

Me eché a reír, mientras ella se apoyaba en mi pecho, y yo envolvía mis brazos a su alrededor.

—No, porque cada vez que lo hago, terminas mirándome así... —dije mientras le daba un último beso en la frente—. Y entonces me doy cuenta de que estoy haciendo algo bien.—

Nos quedamos allí, en nuestro pequeño rincón del mundo, sin necesidad de decir más.

Mientras estábamos sentadas, Princesa se removió un poco en su cama, estirando sus patas y soltando un pequeño gemido. Hermione la miró con una sonrisa, dejando su cabeza caer suavemente en mi hombro.

—Creo que se aburre de nosotras —dijo Hermione, mirando a Princesa que comenzaba a parpadear y a levantarse.

—O tal vez quiere unirse a nuestro momento —respondí, mientras Princesa tropezaba hasta el sofá y nos observaba con sus grandes ojos dorados.

Con una risa, le hice señas a la perrita para que subiera. Princesa se lanzó sobre nosotras, llenando el espacio entre ambas y haciendo que Hermione soltara una carcajada. La perrita comenzó a lamerle la cara, causando más risas de Hermione mientras intentaba empujarla con suavidad.

—¡Princesa, basta! —exclamó entre risas—. ¡Te juro que Chloe te enseñó esto solo para molestarme!—

—¿Yo? —dije fingiendo sorpresa—. Nunca le enseñaría algo para molestarte. Ella es una genio natural para esto.—

Cuando finalmente logramos calmar a Princesa y Hermione recobró la compostura, nos quedamos en silencio por un rato, disfrutando de la tranquilidad. Sentí a Hermione relajarse contra mí, su cabeza apoyada en mi pecho, y me pregunté en voz baja:

—Mione, ¿dónde nos ves en cinco años? —pregunté, pasando mis dedos suavemente por su cabello.

—¿Cinco años? —repitió pensativa, levantando la vista hacia mí—. Bueno, espero que sigamos aquí, o en algún lugar juntas. Quizás con una casa más grande, tal vez en el campo. Y con más libros, por supuesto.—

Reí suavemente, imaginando un futuro rodeado de libros, tranquilidad y amor.

—Definitivamente más libros. Y tal vez más perritos —añadí, observando a Princesa que ahora se había vuelto a acomodar en el sofá—. Un pequeño ejército de ellos.—

Hermione rió y asintió.

—Sí, puedo vernos rodeadas de perros, caminando por el campo con el sol bajando, como ahora.—

Le di un beso suave en la frente, disfrutando de la calidez del momento. Sabía que, con Hermione a mi lado, el futuro solo podría ser increíble.

—Y, por supuesto —dije en un tono juguetón—, todavía estaré tratando de distraerte de tus libros.—

—Oh, eso lo sé muy bien —respondió Hermione, dándome un beso en la mejilla antes de añadir—. Y, Chloe, lo que no sabes es que siempre me dejo distraer porque me encanta cómo lo haces.—

Ambas nos reímos y nos quedamos abrazadas, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, proyectando una suave luz dorada sobre la sala. Parecía un símbolo perfecto de nuestro futuro: tranquilo, lleno de amor y pequeños momentos compartidos.

La vida podía seguir trayéndonos desafíos, pero mientras estuviéramos juntas, sabíamos que podríamos enfrentarlos con la misma sonrisa y complicidad que nos unía desde el principio.

Finalmente, antes de que la noche nos envolviera por completo, Princesa volvió a dormir entre nosotras, y Hermione, con una sonrisa soñolienta, dijo en voz baja:

—Chloe, te amo. Y lo haré siempre, sin importar dónde nos lleve la vida.—

La abracé más fuerte, y mientras la luz nos envolvía, supe que no había mejor lugar en el mundo que este, junto a ella.

Entre Libros & Suspiros ~ HERMIONE GRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora