𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐.

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Sus padres habían muerto pero no al mismo tiempo, él tan solo tenía tres años cuando su padre murió en un accidente automovilístico, poco tiempo después, le detectaron cáncer a su madre y aunque se esforzó mucho en sus quimioterapias, no pudo salv...

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Sus padres habían muerto pero no al mismo tiempo, él tan solo tenía tres años cuando su padre murió en un accidente automovilístico, poco tiempo después, le detectaron cáncer a su madre y aunque se esforzó mucho en sus quimioterapias, no pudo salvarse y murió.

Tan solo tenía nueve años y se sentía jodidamente sólo, su tía se quedó con la custodia pero eso no le emocionaba, había dejado toda su corta vida en México y ahora lo obligaban a vivir en un país desconocido para él, con personas con las que no convivió mucho.

¿Tienes hambre, Quackity? –preguntó la mujer de cabello oscuro– Podríamos pasar a comprar algo o ir a comer.

–Estoy bien –respondió serio.

La mujer hizo una mueca de inconformidad y apretó sus manos en el volante.

Susana era mi hermana, Quackity, entiendo muy bien cómo te sientes –se mordió el labio inferior– Pero tenemos que seguir adelante, eso... Es lo que ella hubiera querido.

El menor se quedó callado, no quería hablar con nadie y tampoco tenía ganas de hacer nada, se abrazó así mismo y continúo mirando el paisaje. Pocos minutos después, llegaron a una colonia bastante colorida y bonita, había árboles enormes, las calles estaban limpias, se escuchaba el canto de las aves y habían niños jugando, corriendo y riendo a carcajadas.

Pero eso no lo animó, ni siquiera le interesó.

Las cosas van a mejorar, Quackity –detuvo el auto frente a una linda casa, las ventanas eran grandes y se veía bastante acogedora.

Me han dicho eso muchas veces, por algo terminé aquí –respondió serio.

La mujer soltó un suspiro y salió del auto, pocos segundos después, le abrió la puerta a su sobrino, este salió del carro y le dió un rápido vistazo al lugar, las risas de los niños se robaron su atención y sintió un poco de envidia. Había dejado a sus amigos en México y no quería conseguir nuevos amigos.

Entremos, Lely debe estar emocionado por verte –sonrió leve mientras agarraba a su sobrino de los hombros– Yo llevaré tus maletas.

Quackity desvío la mirada de los niños y caminó hacia la entrada de la casa, abrió la puerta y se encontró con un bonito decorado, los muebles sencillos pero no viejos, las paredes estaban pintadas de un tono blanco junto con un tono gris claro. El lugar no era pequeño pero tampoco nada enorme, le agradaba.

Bienvenido a tu nuevo hogar, Quackity –cerró la puerta detrás de ella– Ven, te mostraré tu habitación.

Quackity siguió a la mujer, quién iba a escaleras arriba, en el pasillo del primer piso habían algunos cuadros de pinturas y otros cuadros con fotografías de paisajes hermosos. La mujer abrió la puerta al final del pasillo y el pequeño azabache le dió un vistazo a lo que sería su habitación, tenía un buen tamaño, la cama era individual, tenía un escritorio donde podría hacer sus tareas, tenía dos ventanas cubiertas con cortinas blancas y el cuarto tenía un suave color azul pastel.

Esta era nuestra habitación de invitados, pero ahora es completamente tuya, pequeño –dejó las maletas junto a la cama– Iré a preparar la comida, desempaca y yo te avisaré para que comamos.

Quackity hizo una mueca de disgusto y comenzó a desempacar sus cosas, acomodó toda su ropa en el armario, dejó algunos de sus juguetes en la maleta donde los traía, otros los acomodó en su escritorio para decorarlo y su pato de peluche, lo dejó en su cama. Decidió abrir las cortinas para que la luz entrara a su habitación pero al abrir la segunda ventana, visualizó a dos chicos jugando piedra, papel o tijeras, el de cabello negro aparentemente ganó porque comenzó a dar brincos, luego agitó su mano y corrió hacia donde vivía, supuso que se trataba de su primo Alejandro.

Vio al chico que anteriormente estaba con su primo y todo parecía, que vivía a lado.

¡Quackity! ¡Lely llegó! –gritó su tía desde la cocina.

El azabache lo pensó por unos segundos pero no tardó en salir de su habitación, bajó lentamente las escaleras y en la sala, se encontró a su primo, este tenía el cabello negro con él, ojos azules y tenían la misma estatura, si no fuera por el color de ojos, todos dirían que son hermanos.

¡Quackity! –corrió hacia el mexicano y lo abrazó– Tanto tiempo sin verte.

–Controlate, Alex, no agobies a tu primo –dijo la mujer mientras se limpiaba las manos con un trapo.

Perdon, estoy emocionado –soltó una risita– Solo vine a tomar agua pero ¿Quieres salir a jugar? Te puedo presentar a mis amigos.

El mexicano recordó al montón de niños que corrían y reían cuando bajó del auto pero no tenía los ánimos de jugar ahora.

No, gracias –pasó a un lado del ojiazul y tomó asiento en el sofá más grande– Me gustaría ver la televisión un rato.

Alexby ladeó la cabeza un tanto confundido pero se mantuvo en silencio, después se marchó hacia la cocina.

Quackity encendió el televisor y continúo viendo la gran variedad de películas y series, tratando de que algo le llamara la atención y lo entretuviera para lograr escapar de su realidad, aunque solo fuera un rato.

𝑽𝒆𝒄𝒊𝒏𝒐𝒔   ☆𝑳𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚ﮠ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora