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El azabache se encontraba plácidamente dormido en su cama, con lágrimas secas en sus mejillas, parecía un ángel, el más inocente y bondadoso del reino de los cielos, pero Roier sabía que era todo un diablo, este otro, se encontraba acostado boca a...

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El azabache se encontraba plácidamente dormido en su cama, con lágrimas secas en sus mejillas, parecía un ángel, el más inocente y bondadoso del reino de los cielos, pero Roier sabía que era todo un diablo, este otro, se encontraba acostado boca arriba en el lado izquierdo de la cama de Quackity, analizando todo lo que su mejor amigo le había dicho, para empezar, el pelinegro estaba sintiendo el gran peso de la culpa, se estaba arrepintiendo de cada una de sus acciones y lo peor de todo, se estaba enamorando de Luzu.

Sin embargo, las palabras de Rubén seguían grabadas en su cabeza, como si estuvieran buscando atormentarlo, buscando desesperarlo por una solución, una respuesta a todas sus preguntas. Pero había entendido algo de toda está situación, no le gustaba ver a su mejor amigo llorar, Quackity lloraba en su pecho como un niño que acaba de perder uno de sus juguetes, o al que no le permitieron comer dulces.

Roier se divertía haciendo bromas para los demás, importandole muy poco las posibles consecuencias o lo que sientan las personas ante las pequeñas bromas, que según su punto de vista, eran inofensivas y graciosas.

Quackity se veía realmente arrepentido y si Luzu está volviendo a su mejor amigo un poco más humano, ¿Quién es él para impedirlo? Estaría con el azabache en las buenas y en las malas, lo ayudaría a planear sus bromas, como también, lo ayudaría a enamorar a la persona que tanto le gusta, pero el problema aquí, es que a Rubén también le gusta Luzu, le gustó desde mucho antes que a Quackity, aunque si el tiempo es lo que cuenta, el joven de ojos marrones lleva ventaja, ellos se conocen desde niños y además... Son vecinos. Esto no sería nada sencillo para ambos mexicanos.

A la mañana siguiente, Quackity abrió lentamente los ojos, su vista se aclaró y tomó asiento sobre el colchón, aún estando cubierto con las sábanas, pocos segundos después se encontró a su mejor amigo, quién entraba a la habitación al mismo tiempo que bostezaba, se sentía cansado como si no hubiera dormido en días o en meses.

-Buenos días, Quackiry -levantó un poco las sábanas y volvió a meterse en la cama- Aún es muy temprano.

-Tengo que hablar con Lusu -dijo un tanto inquieto.

-Son las nueve de la mañana, seguro ni siquiera está despierto -dijo contra la almohada.

-Tengo que explicarle lo que está pasando, tengo que... Decirle la verdad -se levantó de su cama y se dirigió a su armario para buscar una sudadera.

-¿Ahora? Ni siquiera sabes lo que le vas a decir, al menos... -se acomodó en la cama de forma que quedara sentado y miró a su mejor amigo- ¿Ya pensaste en su reacción? ¡Le dirás que quisiste verle la cara de pendejo, otra vez! -insistió.

-¡No puedo perderlo! -dijo desesperado- Yo-Yo... Ya lo perdí una vez por no explicarle cómo me sentía, no lo perderé otra vez por mis pendejadas.

𝑽𝒆𝒄𝒊𝒏𝒐𝒔   ☆𝑳𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚ﮠ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora