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El chico de ojos verdosos soltó un suspiro, otro con un mechón rubio se descolgó el bajo y Fargan sonrió aliviado de que había terminado el ensayo, sin embargo, Luzu miró unos segundos las cuerdas de su guitarra mientras deslizaba sus dedos de forma lenta y sin ritmo alguno. Quackity salió de su pequeño trance, dibujó una enorme sonrisa en su rostro y aplaudió ruidosamente.
–¡Oigan! ¡Ustedes son increíbles! –dijo emocionado– No habia escuchado nada igual en mi vida.
Willy y Fargan se miraron entre ellos, el de mechas blancas se encogió de hombros mientras que el albino arqueó una de sus cejas, pero Auron no estaba dispuesto a quedarse callado e ignorar la situación.
–Ya deja de fingir, Quackity –gruñó el de mechón rubio– ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Sabes que no eres bienvenido? –cuestionó molesto.
–Auron –habló el castaño y los ojos de ambos se conectaron– Hablemos de esto en otro lado –se descolgó la guitarra y procedió a guardarla en su estuche.
–Este gilipollas te ha jodido la vida por años, Luzu –frunció el ceño– ¿Y ahora lo traes a nuestro ensayo como si nada? –dijo enfadado.
–Dije que hablaremos de eso en otro lado –agarró la muñeca derecha del otro y ambos desaparecieron de la cochera.
El mexicano hizo una mueca de disgusto y desvió la mirada hacia los otros dos adolescentes ahí.
–¿Ustedes también me echarán a la calle? –preguntó serio.
El castaño de mechas blancas sonrió levemente y se levantó de su asiento, para luego, desaparecer de la cochera, mientras que Willy negó haciendo ligeros movimientos de cabeza.
–Luzu es mi mejor amigo, Quackity –dijo tranquilo– Estoy consciente de todo lo que le has causado pero, no suelo meterme en los asuntos de Luzu, al final, siempre estaré para él.
El mexicano ladeó la cabeza un tanto confundido y se cruzó de brazos– ¿Te gusta o algo así? ¿Tan dispuesto estás a ser su pañuelo de lágrimas? –preguntó serio.
El albino soltó un gruñido y se cruzó de brazos– A diferencia de ti, conozco lo que es la amistad y Luzu es el amigo más real que he tenido en mi vida, pero no puedo evitar que cometa errores, de lo contrario, no aprenderá.
–¿Qué estás diciendo? –preguntó extrañado.
–No digo que seas un error, niño –hizo una mueca de desagrado– Pero abandonaste a Luzu, lo has dañado de distintas formas y ahora haces como si fueras su amigo... –soltó un suspiro– No soy quien para criticarte, no me interesas en absoluto pero si haces llorar otra vez a Luzu, lo vas a pagar.
