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Luzu tocaba las cuerdas de su guitarra, mientras recordaba la cena de anoche, no sabía que los padres de Rubius podían ser tan agradables cuando el noruego solía quejarse de ellos

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Luzu tocaba las cuerdas de su guitarra, mientras recordaba la cena de anoche, no sabía que los padres de Rubius podían ser tan agradables cuando el noruego solía quejarse de ellos. Fueron muy amables con él y la cena estuvo deliciosa, la casa de Rubius no era un castillo o algo enorme como muchos pensaban, tenía un diseño moderno, un jardín precioso y objetos de mucho valor, pero sus padres eran muy nobles y muy agradables, creía que se sentiría inferior pero se alegró equivocarse, porque realmente se había sentido cómodo, incluso, durante en la noche, se imaginó una relación con el de cabello platinado.

Y no le desagradaba la idea, pero sabía que no era verdad, nada era real, Rubius solo estaba fingiendo.

Recordó eso anoche, cuando el noruego lo llevó de vuelta a su casa, lo ayudó a salir del auto y lo acompañó hasta la puerta principal, el de ojos verdosos hizo un comentario que hizo reír a ambos para después, conectar sus rubíes con las esmeraldas, aquellas que siempre tenían un brillo tan encantador en sus ojos, Rubius se acercó un poco más a él y se atrevió a tomarlo de ambas manos, nada nuevo para Luzu pero comenzaba a ponerlo nervioso esa cercanía tan peligrosa.

-Cada vez me gustas más -se acercó tanto al castaño que la punta de las narices de ambos comenzaron a rozarse- No sabes cuántas ganas tengo de besarte -susurró.

El corazón de Borja estaba latiendo como loco dentro de su pecho, una divertida pero boba sonrisa se le formó en los labios y por impulso se acercó un poco más al noruego, está vez, no solamente sus narices se tocaban, sus labios estaban a menos de un centímetro.

-¿Y por qué no lo haces? -dijo en voz baja.

El noruego ahogó un suspiro y sonrió como todo un tonto enamorado- Quiero tu permiso.

-Es mucho mejor cuando los robas -respondió de inmediato.

Luzu soltó una de las manos de Rubius para poder tomar la sonrojada mejilla contraria y acercarse aún más al noruego, pero apenas los labios de ambos adolescentes se rozaron, el tono de llamada de Rubén se escuchó claramente, reventando la burbuja en la que se habían encerrado y el de mirada carmín se alejó por impulso, agitando su cabello debido a los nervios. Rubius soltó un gruñido y contestó la llamada.

-Te voy a matar, Quackity -dijo molesto- ¿Qué putas quieres? -preguntó un tanto irritado.

El noruego charlaba con el mexicano mientras que Luzu, se concentraba en controlar los latidos de su corazón, en controlar sus sentimientos y recordar... Que nada era real.

Que no importaba lo atractivo que fuera Rubius, lo bien que lo hacía sentir, lo lindo que lo tratara, no importaban las acciones románticas o los detalles hacia su persona, nada era real, eran mentiras, y justo ahora, lo había llamado su cómplice, el rey de las bromas pesadas, Quackity y Rubius solo estaban buscando burlarse de él y humillarlo como si no valiera nada.

𝑽𝒆𝒄𝒊𝒏𝒐𝒔   ☆𝑳𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚ﮠ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora