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Sus ojos color esmeralda se abrieron, al principio, su vista se encontraba borrosa pero poco a poco se fue aclarando, logrando visualizar a la perfección su alcoba, tenía mucho espacio en su habitación, innecesariamente tenía mucho espacio y no sabía cómo ocuparlo, ojalá su mente fuera como su habitación, pero estaba repleta con su nombre.
Luzu.
Ese nombre seguía repitiéndose con frecuencia desde aquel día, habían pasado ya dos semanas desde que conoció a ese chico de cabello castaño y ojos carmín. Soltó un suspiro y se levantó de su cama, caminó hasta el baño de su habitación, agarró su cepillo de dientes junto con el dentífrico y comenzó a lavarse la boca para eliminar el aliento mañanero. Mientras hacia eso, recordaba las veces que había visto a Luzu acompañado de otro chico, uno de piel ligeramente bronceada, con un mechón rubio y una perforación en una de sus cejas, era atractivo pero Luzu lo era más.
Mucho más.
Ojalá él pudiera acercarse tan fácilmente a Luzu, hablar con él y hacerlo reír como aquel chico lo hacía, ojalá Luzu lo mirara como lo hace con aquel chico de mechón rubio. Rubius se esforzaba por no participar en las bromas de Quackity, aunque ya había intentado frenar esas bromas, el mexicano solo ignoró sus palabras y continúo planeando sus bromas junto con Roier.
Era inútil hacer entrar en razón a Quackity, pero al menos, lo había intentado.
Se dió una ducha, se colocó el uniforme, se arregló, desayunó y salió rápidamente hacia el auto de sus padres, el chófer se encargaría de llevarlo a su escuela, cada día desde que lo conoció, su corazón esperaba ansioso por volver a verlo, aunque solo fuera a distancia pues tenía miedo de acercarse. Al llegar a la escuela, miró a todos lados, con la esperanza de encontrarlo pero solo veía rostros desconocidos, algunos lo ignoraban, otros lo miraban un tantos curiosos y otros... Rubius era el crush de muchos alumnos, chicas y chicos, eso alimentaba su ego.
Caminó hasta su salón, y cuando estuvo a punto de entrar, visualizó a cierto castaño quién se encontraba acompañado de un chico de cabello pálido, ojos verdes y rasgados.
-Tetona, ¿Cómo estás? -preguntó el azabache- Ultimamente te veo sonreir como pendejo ¿Qué miras? -dirigió su vista hacia la misma dirección de su amigo, pero por suerte, aquel castaño ya no se encontraba en su campo visual.
-Nada que te importe, Quackity -puso los ojos en blanco y entró a su salón.
El azabache sonrió burlón y caminó detrás del noruego- ¿Te gusta alguien? ¿Quién es? ¿Es muy guapo? ¿O es una chica? Dudo que sea una chica, tú te ves muy gay a kilómetros de aquí -dijo divertido.
