Capítulo 22

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— Ya está despertando —escucho de fondo.

— Busca agua, hijo. Para tu mamá —escucho a mi mamá decir.

Abro los ojos de apoco, arrugo la nariz cuando siento el olor característico del alcohol.

— ¿Dónde está? —susurro. Aparto la mano que aún sostiene el algodón con alcohol.

— Hija, ¿Cómo te sientes? —pregunta papá.

Me siento con ayuda de papá, identifico a quienes están a mi alrededor. Son mis padres, Roma y mi hijo.

— ¿Mami, te sientes mejor? —mi hijo luce preocupado.

— Si cariño —miento, me duele la cabeza y siento una sensación de vacío dentro de mi— ¿Qué me pasó?

— Te desmayaste en medio de la calle y te pegaste en la cabeza —murmura Roma— por suerte que había alguien que sabe de medicina aquí. ¿Segura que te sientes bien?, yo insisto que deberíamos llevarte al doctor.

— Dione —susurro en cuanto recuerdo que pasó antes de desmayarme.

Me pongo de pie y todos hacen lo mismo, evitando que haga movimientos bruscos.

— No, no puedes salir así —dice mamá.

— Tengo que ir a buscarla, ella... Dios, mamá —sollozo.

— Escucha a tu madre —dice papá— Además esa chica necesita pensar justo ahora.

— Tengo que buscarla.

Aparto a todos, los escucho seguirme pero yo me niego a parar.

— Es una terca igual que tú —escucho decir a mi mamá.

— Yo iré con ella —dice Roma.

— Cuídala por favor —Dice mamá— Donovan se quedará aquí conmigo.

Me detengo al escuchar el nombre de mi hijo, sintiéndome aún peor me acerco a él. Sus ojitos están llenos de lágrimas, está preocupado.

— Volveré más tarde ¿si? —sonrio leve para tranquilizarlo. El asiente.

— Dione y tu... ¿Terminaron?

Bajo la mirada unos segundos, sabiendo la respuesta de eso.

— No, mi amor —dejo un beso en su mejilla— Voy a casa, busco ropa y vengo a dormir contigo aquí ¿si?

— Está bien, mamá.


****

Me mantengo en silencio en todo el camino, las lágrimas bajan silenciosas por mis mejillas.

Al llegar a casa lo primero que hago es darme cuenta que su auto no está. Bajo del auto y camino hacia la puerta, sabiendo que Roma me seguirá. Abro la puerta con mi llave pero para mi sorpresa la puerta estaba sin seguro.

Al entrar me desconcierto al ver cosas tiradas al suelo, jarrones, cuadros, nuestras fotos. Llevo una mano a mis labios intentando ocultar mi sollozo.

— Oh mierda —susurra Roma.

Subo corriendo las escaleras, la puerta de nuestra habitación está abierta y está todo hecho un desastre.

Sollozo más fuerte al darme cuenta que se a llevado sus cosas y otras pocas quedaron tiradas en el suelo.
Me siento en la cama al momento que mi mejor amiga entra a la habitación.

— Por un... por un momento pensé que la encontraría aquí —lloro más— Se fue, Roma... se fue.

Mi amiga se acerca y me abraza.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora