Capítulo 5

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Despierto al escuchar un ruido abajo, seguro es Roma haciendo desayuno o que posiblemente llegó a estas horas.

Siento su brazo sobre mi cintura, me doy vuelta lentamente para no despertarla. Aún está durmiendo. Su cabello platinado está esparcido por toda la almohada. Su rostro se ve aún más angelical, removiendo todo dentro de mi.

Llevo mi mano a su rostro y con cuidado quito un mechón de cabello, poniéndolo detrás de su oreja.

Quiero besarla.

Pero no puedo.

Salgo de la cama intentando no despertarla, me estremezco del frío, porque a mí se me ocurrió dormir con una pijama que tiene un short y una blusa de tirantes.

Me pongo las pantuflas y voy al baño para cepillarme los dientes.

No se si solo me pasa a mí, pero cuando me estoy cepillando los dientes o lavando los platos, mi mente empieza hacer un recuento de todo lo que me a pasado. Esta vez es con lo que está pasando con Dione.

Nunca llegué a imaginar que me fuera a gustar así, aún cuando tengo tanto que conocer de ella. Más aún cuando sigo en una relación. Tampoco me imaginé que me fuera a gustar una chica, cuando yo sé que no soy lesbiana.

No sé qué hacer con todo esto.

Termino de cepillarme los dientes, me lavo el rostro, le dejo un cepillo nuevo a Dione para cuando despierte y salgo luego del baño. Ya más despierta.

Tomo mi celular, miro a Dione que duerme plácidamente y decido dejarla tranquila. Salgo de mi habitación y bajo para ir a la cocina, ahí me encuentro a mi mejor amiga desayunando.

— Hiciste desayuno como para un batallón —le digo luego de inspeccionar la mesa con la mirada. Me siento frente a ella luego de buscar un plato y me sirvo hotcakes.

— Es que tenemos una invitada —me mira alzando una ceja, con una sonrisa maliciosa en los labios. Finjo estar tranquila y solo asiento.

— ¿A qué hora llegaste? —tomó un cubierto.

— A las seis de la mañana. El chico tenía un viaje fuera del país y de paso vino a dejarme —me dice, es ahí cuando sé que vendrán las preguntas— ¿Ustedes....?

— Nada, no pasó nada —niego con la cabeza— Vino anoche y cuando nos dimos cuenta ya era muy tarde para dejarla ir. Así que le ofrecí que se quede conmigo.

— Se veían muy tiernas durmiendo.

— ¿Entraste a mi habitación? —alzo una ceja.

— Fui a buscar tu cargador, porque me dejé el mío. Fíjate la sorpresa que me llevé cuando la vi, ni la estaba reconociendo. Ese color le queda hermoso —Roma sigue hablando y hablando, ya no hay nadie quién la pare— Oye, Daf —la miro, mientras llevo un pedazo de Hotcake a mi boca— Ahora si es cierto que te gusta ella ¿verdad?

Mastico lentamente, procesando su pregunta. Una vez trago, tomo una servilleta y limpio mis labios.

— Me atrae... bastante —confieso, en voz baja. Roma se acerca más para escucharme— pero siento que todavía tengo que seguir averiguando que siento de verdad. Cuando estoy con ella me gusta, me divierto, cuando no hablo con ella la extraño.

— Te gusta y estás creando sentimientos por ella —me señala con su dedo índice.

— ¡Pero no la conozco bien! —susurro.

— ¿Y eso que? —me mira confundida— Cuando conoces a alguien y te gusta, le sigues conociendo para saber más de el o ella. Y aún cuando se hacen novios se siguen conociendo, porque nunca conoces a una persona del todo. Siempre es paso a paso, vas conociendo más sus gustos, sus mañas, sus deseos.
Te pasó lo mismo con Jace, creíste conocerlo un poco más, pero luego de dos años de relación parece ser otro.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora