Capítulo 13

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Entramos a la habitación del hotel agarradas de la mano. Dione no a dejado de ser atenta y amorosa conmigo, tampoco deja de sonreír.

Yo tampoco dejo de sonreír.

Ella me hace sentir amada.

Después de que me pidiera ser su novia en la playa, nos quedamos un rato más y luego ella me dijo que había alquilado por una noche una habitación del hotel que está junto a la playa.

Dejo el ramo de girasoles a un lado, en ese momento veo el anillo que adorna mi dedo anular de mi mano derecha. Sonrío toda embobada. Cuando levanto la mirada veo a Dione sentada en la cama, mirándome como si fuera la joya más preciada.

Me acerco a ella, luego me detengo delante de ella. Me toma de la cintura y me acerca más, poniéndome entre sus piernas. Miro hacia abajo a la vez que llevo mis manos a sus mejillas.

— No te haces una idea de lo feliz que me siento ahora —murmura, me acerco y dejo un beso en sus labios— Nunca me imaginé que podría enamorarme de esta manera.

— Yo tampoco me imaginé sentir así... tan bonito —acaricio su nariz con la mía— me siento muy afortunada.

— No más que yo —se pone de pie, me toma de la cintura y me lleva con ella a la cama.

Nos acostamos una frente a la otra, ella lleva su mano a mi cabello y lentamente lo lleva hacia atrás, dejando mi rostro descubierto. Sus ojos se mueven escudriñando mis ojos.

— ¿Por qué me miras así? —rio leve.

— Me cercioro que esto no sea un sueño —vuelve a sonreír.

Me acerco a ella para besar sus labios nuevamente. Es un beso lento, que transmite lo que ambas sentimos en este momento.

En ningún momento insinúa querer algo más y eso es lo que más me gusta. Que no me presiona con que quiere algo más, solo disfruta de nuestros besos como yo lo estoy haciendo.

••••

Despierto cuando siento que besan mi mejilla, pero el sueño me gana así que me acurruco más contra su cuerpo. Con la clara intención de seguir durmiendo.

Escucho una leve risa.

Abro los ojos, más no me alejo. Siento unas leves caricias en mi espalda.

— Despierta, bonita —murmura— Tu debes trabajar y yo también.

— No quiero —murmuro, abrazándola más fuerte. Escucho la risa de Dione, que me contagia y me hace sonreír.

— Yo tampoco quiero separarme de ti, pero somos adultas y debemos trabajar —me alejo para mirarla, hago un puchero buscando que me tenga pena y decida quedarse un rato más— No me mires así, que puedo obligarte a quedarte aquí conmigo y no nos conviene porque nos quedaríamos sin trabajo.

— No me importa —bromeo.

— Si, claro —se ríe— Te prometo que te buscaré para que almorcemos juntas ¿si?

— Está bien —deja un beso en mi frente y vuelve abrazarme.

••••

— Buenos días para ti también —dice Roma cuando llego al trabajo, dejo mi bolso detrás del escritorio.

— ¿Se puede saber qué haces en mi trabajo? —alzo una ceja.

— Te recuerdo que mi hermana es tu jefa —me saca la lengua.

— Realmente vino para saber todo el chisme —comenta Sonya saliendo de su consultorio— y yo también quiero todos los detalles.

— Lo siento, yo tengo que trabajar —le digo, intentando que no se me escape una sonrisa.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora