Capítulo 3

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La semana se me pasa muy rápido. Entre buscar trabajo, llevar a mi hijo a la escuela y muchas otras cosas más.

Entre ello mi relación con Jace y la supuesta amistad que estoy teniendo con Dione.

Con mi novio arreglamos las cosas, pero siento que todo sigue igual. Es que lo hablamos, un día estamos bien y luego vuelve a ser el chico frío en el que se a convertido. Ya estoy acostumbrada a que haga eso, y por más que me digo "no me merezco este trato" sigo ahí como pendeja a su lado.

Por otro lado está Dione, me trata bonito, me entiende, siempre está ahí para escucharme y para conversar. No nos hemos visto luego de aquel encuentro en el restaurante, y sinceramente tengo muchas ganas de verla.

Y ella a mí, ya me lo a dicho.

Le conté sobre mi relación, por un momento sentí que no lo tomó muy bien, pero luego si. Me comentó que ya se imaginaba que estaba en una relación.

No me a insinuado nada de una relación, solo hablamos y una que otra vez sale un pequeño coqueteo de su parte.

Lo peor de todo es que me gusta su coqueteo, se ve muy tierna.

La que más está encantada es Roma. Ella jura que terminaremos siendo novias, pero la verdad es que yo no creo que pase más que una amistad. Admito que me atraen las chicas y que en mi locura de la adolescencia le di besos a una que otra chica, pero no más de ahí.

Solo me atraen y ya.

Y no se si llegue a tener algo serio con una chica, por diferentes razones.

No se como reaccionarían mis padres, tengo un hijo que tampoco se como reaccionaría y sigo teniendo pareja.

— ¿Qué tanto piensas? —me asusto cuando la escucho entrar.

— Idiota, no me asustes de esa manera —la miro mal. Lleva los zapatos en su mano, apenas está llegando del trabajo. Tira los zapatos a un lado y se sienta en la mesa. Me acerco al microondas, lo abro y saco la cena de Roma— Toma, todavía está caliente —dejo el plato delante de ella.

— Gracias, estoy muerta de hambre —me dice.

— Ya se que necesitas —busco entre los vinos que tenemos en la cocina, cuando encuentro el que buscaba lo descorcho. Tomo dos copas y me siento al lado de mi mejor amiga, sirvo en ambas copas y dejo la botella a un lado.

— Me conoces muy bien —me sonríe, toma la copa y bebe un sorbo— ¿Qué hacías aquí sola?

— Bajé a beber un poco de agua y me quedé pensando — Sonrío leve— Estoy pensando en pedirle un tiempo a Jace.

— ¿Qué o quien te llevó a tomar esa decisión?

— Yo misma —le digo luego de tomar un sorbo de mi copa, la dejo a un lado— Está semana nos a ido más o menos, pero sigue siendo tan frío e indiferente. Y no quiero eso para mí, no me lo merezco.

— Y cierta castaña te tiene confundida ¿no? —ruedo los ojos— Admítelo. De no ser así, seguirías con él pensando que va a cambiar, ya a pasado estos últimos meses.

— Bueno, si. Pero de igual manera lo hago porque no pienso jugar con ambos —murmuro— Amo a Jace, como no tienes idea, Roma. Pero odio la situación en la que estamos, tal vez si le pido tiempo empiece a valorarme un poco más.

— Esperemos que si lo haga —murmura, la miro— no quiero ser pesimista, amiga. Pero si hubiera querido cambiar, ya lo habría hecho. No le haz dado razones para que se comporte así, es más, ese imbécil debería besar donde pisas. Nadie aguantaría lo que tú le aguantaste a ese pendejo.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora