Capítulo 1

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Despierto y lo primero que hago es tomar mi celular, no encuentro mensajes de él. Reviso las redes sociales y mi correo, sigo sin recibir respuesta a las miles de solicitudes de trabajo que mandé en estos días.

Le escribo un buenos días a mi novio y dejo el celular en la mesa de noche.

Voy al baño para ducharme y cepillarme los dientes, al terminar me pongo algo cómodo para estar en casa. Es sábado, eso quiere decir que toca soportar a mi mejor amiga todo el día de hoy y mañana.

Bajo las escaleras al primer piso, antes de tan siquiera entrar a la cocina escucho a mi mejor amiga cantar una canción de Miley Cyrus.

Ella definitivamente no a dejado de ser una chica Disney.

Su cabellera rubia está atada en moño desordenado, va vistiendo aún la pijama.

— Te levantaste de buen humor —le digo, mientras camino a la nevera.

— Si —me sonríe— Buenos días —esta vez si se voltea a mirarme— Parece que tú no te levantaste de buen humor.

— Sigo sin recibir respuesta, me estoy frustrando cada vez más —sacó un cartón de jugo y me sirvo un poco, lo dejo fuera porque sé que dentro de poco me va a pedir un poco.

— Te dije que no te desesperes.

— Es muy fácil decirlo.

Llevo un mes desempleada, hasta hace poco estaba trabajando en un bufete de abogados, era la secretaria de uno de los más importantes. Pero me vi envuelta en un problema que no era mío.

Mi jefe se encerró con su amante en su oficina, mientras yo estaba almorzando. Su esposa llegó y los encontró, él se enojó conmigo porque yo no estuve ahí para detenerla y al mínimo error que cometí, me despidió.

Y literal hablo de un mínimo error. Redacte una carta mal y ese según él "fue el detonante".

— Sigo insistiendo en que debiste denunciar el abuso que cometió el marica de tu jefe contigo —me señala mientras sostiene una cuchara de madera— Ese imbécil no debió de despedirte por su estupidez.

— No iba a ganar nada haciéndolo, es un abogado muy respetado y si lo hacía fácilmente movía sus fichas, y ponía a todos en mi contra. Es decir, Dafne sin trabajo para el resto de su vida —le explico.

Tuve que aguantarme las ganas de mandarlo al diablo ese día que me despidió. Solo le di las gracias y me fui.

— Al menos tuve buena paga —me encojo de hombros.

— No es para menos, tenías más de tres años trabajando con ellos —me dice— Si tú antiguo jefe hubiera estado ahí, nada de eso habría pasado.

Asiento.

Cuando empecé a trabajar en ese lugar, mi jefe era un señor mayor, muy conocido por todos los que ejercían la abogacía. Era un amor de persona, pero por su edad, debía jubilarse y es ahí cuando entra el maldito de mi ex jefe.

Con lo que me habían pagado, pude comprarle algunas cosas a mi hijo y es con ello también con lo que he sobrevivido.

Roma sirve el desayuno para ambas, cuando estamos en la mesa hablamos de diferentes temas. De mi hijo, de su ex ligue y de mi relación.

Roma y yo somos mejores amigas desde que éramos unas niñas, nunca nos hemos separado. Por lo que cuando sus padres decidieron mudarse, ella se quedó a vivir conmigo. Ambas ya éramos mayores de edad y yo llevo viviendo sola desde que cumplí la mayoría de edad, gracias a mi papá.

El compró una casa cuando se separó de mi mamá, yo era apenas una adolescente. Vivió en esta casa durante un tiempo hasta que por su trabajo se tuvo que ir a vivir a otro estado. Cuando cumplí la mayoría de edad me contó que había puesto la casa a mi nombre y que podía venir a vivir aquí con mi hijo.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora