Capítulo 2

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Cuando entro a la habitación de mi hijo, el aún está acomodando sus cosas en la habitación. Le dejo un vaso de jugo de naranja y galletas, sobre su escritorio.

— Estoy cansado —se queja.

— Acomoda lo que puedas e intenta descansar un poco, yo puedo arreglar lo demás mañana cuando estés en la escuela.

— Está bien, gracias mamá —sonríe, toma una galleta y le da una mordida.

— Vale, cariño —dejo un beso en su cabeza y salgo de la habitación.

Roma baja las escaleras, es la primera vez que la veo hoy.

— ¿Cómo está mi borrachita? —me burlo.

— Cállate, aún me duele la cabeza —termina de bajar y camina a la cocina, la sigo— No entiendo porque me dejaste beber así.

— Yo intenté detenerte pero me amenazaste con que si lo hacía me ibas a pegar —me encojo de hombros— Pedí el almuerzo del restaurante mexicano.

— Gracias —sonríe— Por cierto...

Ya sé por dónde viene.

— ¿Ya hablaste con la chica?

Ruedo los ojos, lo sabía.

Anoche hicimos una apuesta y es por ello que le pedí el número a la chica, que gustosa me lo dió.

Dione es una chica muy atractiva y sus ojos azules atrapan a cualquiera, pero yo nunca he mantenido una relación con alguna chica. Si se me hacen atractiva y bueno, me he dado uno que otro beso con alguna. Pero eso fue hace bastante.

Y Roma cree que sigo siendo bisexual.

Tengo un hijo, por Dios.

— No, no hemos hablado después de anoche.

— Por Dios, háblale! —se lleva las manos a la cintura.

En ese momento el timbre suena, aprovecho ese momento para alejarme de Roma e ir a la puerta. Si no lo hago, se que va a insistir hasta que termine escribiéndole a esa chica.

Al abrir la puerta, mi novio está ahí.

— Hey —sonríe de lado.

Es en este momento que se me olvida todo enojo, me acerco para dejar un beso en sus labios. Pero como viene siendo últimamente, es un beso de pico sin ninguna emoción.

Me alejo y lo dejo pasar a la casa.

— ¿Cómo estás? —me mira una vez está dentro, cierro la puerta— ¿cómo la pasaste ayer?

Me cruzo de brazos. — ¿Cómo sabes que salí?

— Roma subió una historia a Instagram —me deja saber— No me contestaste los mensajes ayer.

Y aquí vienen los reclamos.

— ¿Será porque no viniste a verme ayer? —alzo una ceja— Se suponía que íbamos a pasar el día de ayer juntos.

— Tenía cosas que hacer,  Daf —camina hacia la sala, para luego sentarse en el sofá.

— Entiendo perfectamente que ya no formo parte de tu prioridad —lo escucho suspirar, como si estuviera cansado. Muerdo mi labio inferior aguantándome las ganas de decirle algunas cosas, que se, nos llevaran a tener una fuerte discusión. Y hoy, con mi hijo recién llegando a casa, no es el momento.

— No empieces, por favor —cruza una pierna sobre la otra— ¿Y tu amiga?

— En la cocina —murmuro.

Eres tú © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora