Capitulo #17: Un pequeño anticipo.

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El sol se asomó por la ventana y despertó a Henry con un cálido rayo de luz. Se incorporó en el sofá y, al notar que estaba solo, se quedó contemplando la ventana en medio del silencio. Luego se dirigió a la puerta, estirándose con un bostezo de satisfacción.

La casa rebosaba de actividad. Desde la planta baja llegaban los sonidos de las escobas barriendo el suelo, los sacudidores deshaciéndose de las telarañas y el chapoteo de cubos de agua jabonosa. La lavadora, de tamaño normal pero con una aparente capacidad ilimitada, se tragaba las montañas de ropa sucia.

Gol se encontraba en una esquina, observando la escena con la misma curiosidad que Henry.

Skarlett salió de la cocina, luciendo un delantal blanco y una sonrisa radiante.

—El desayuno está listo. Tu casa es increíble —dijo, con un tono entusiasta.

Tenía que ser una recompensa por todo lo había pasado, pensaba Henry agradecido, siguiéndola hacia el comedor.

—Te queda bien el delantal —le comentó, sentándose frente al plato que le había preparado. Chuletas de carne jugosas, una generosa porción de ensalada, uvas distribuidas como un círculo perfecto y un vaso de batido de mango, completaban la composición—. No parece un desayuno normal...

—Siempre me ha gustado cocinar —respondió Skarlett, con los codos apoyados en la mesa y reposando su mentón sobre sus dedos entrelazados—. No sabía cuáles eran tus gustos, así que seguí el consejo de mi madre. "La comida real siempre será bienvenida para los hombres reales", y bueno, este fue el resultado.

—No está nada mal. Quiero decir, comer como un rey en el desayuno. —Tomó un tenedor y, con deleite, cortó un pedazo de carne para llevarlo a la boca. Levantó el pulgar en señal de aprobación, y Skarlett sonrió—. Por cierto, Gol también puede recordarte, ¿no?

—Él es anónimo para las maldiciones —respondió la chica.

—¿Anónimo? —preguntó Henry, tomando un sorbo del batido.

—No conozco muy bien su historia, pero creo que fue creado artificialmente, igual que todas las gárgolas —explicó Skarlett.

Henry sintió un vuelco en el estómago. Siempre había imaginado a Gol como una persona atrapada en un cuerpo de piedra, o una gárgola con un alma propia.

—No lo sabía —murmuró, mientras se llevaba una uva a la boca.

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Después de haber recorrido parte de la ciudad, Henry se sentía mareado. El barrio en que se encontraban era desconocido para él, rebosante de gente, aromas y colores, le abrumaba. La multitud se movía en todas direcciones, creando un río fluctuoso de personas que lo arrastraba con su fuerza. Miles de olores dulces y especiados atacaban sus sentidos, y el suelo, como lo había hecho la noche anterior con la lluvia de estrellas, reflejaba la caótica belleza de la ciudad: edificios imponentes, aves surcando el cielo y nubes moviéndose más rápido de lo habitual.

—¿Qué es este lugar? —preguntó, con la voz ligeramente ahogada por la intensidad del ambiente.

—Es el barrio de tus sueños. Ven —dijo Skarlett, tomándolo de la mano y guiándolo hacia un hombre sentado en un taburete alto, frente a un lienzo en blanco.

—Deseos, miedos, fobias, retrato... —anunció el artista, con voz melodiosa.

Skarlett empujó suavemente a Henry hacia delante. El chico se sintió desorientado.

—Eh... Deseos.

El artista, con un movimiento elegante, hizo aparecer una brocha y, con un par de pinceladas, reveló un dibujo detallado de Henry: con alas blancas, sobrevolaba las nubes con una guitarra en su espalda.

Mundo Imperfecto: La Profecía del Último MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora