Jisoo una talentosa jugadora de Corea, y Rosé, su rival australiana, se enfrentan en un prestigioso torneo en Melbourne en el Australia Open. Mientras luchan por alcanzar la cima, una atracción secreta comienza a florecer entre ellas, desafiando la...
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Melbourne resplandecía bajo el cielo estrellado, las luces de la ciudad reflejándose en el río Yarra, creando un paisaje de ensueño que parecía ser testigo de los encuentros y desencuentros que se desarrollaban esa noche. Había una sensación de expectación en el aire, como si algo importante estuviera a punto de suceder.
Jennie se miró al espejo, ajustando la chaqueta que había elegido con cuidado para la ocasión. Sabía que la noche con Lisa sería especial, una que probablemente marcaría un antes y un después en su relación. Aunque habían estado acercándose lentamente, esta sería su primera cita oficial, y Jennie no podía evitar sentirse nerviosa.
Por su parte, Lisa estaba igualmente ansiosa mientras terminaba de arreglarse en su habitación. Se había preguntado mil veces si lo que sentía por Jennie era correspondido, y aunque sus últimos intercambios habían sido prometedores, esta cita sería el momento de confirmarlo todo.
Cuando finalmente se encontraron en el vestíbulo del hotel, ambas sonrieron nerviosamente, como si fueran conscientes de la importancia de la noche.
—¿Lista? —preguntó Jennie, tratando de sonar casual, aunque su corazón latía con fuerza.
—Más que lista —respondió Lisa, tratando de mantener la compostura mientras sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y expectativa.
Decidieron cenar en un pequeño restaurante junto al río, un lugar que Lisa había encontrado mientras exploraba la ciudad. Era íntimo y acogedor, con una atmósfera que invitaba a la conversación y a la conexión. Las luces tenues y la música suave creaban el escenario perfecto para lo que ambas esperaban que fuera una noche inolvidable.
La conversación fluyó con facilidad, pasando de temas ligeros como el torneo y sus jugadores favoritos, a momentos más personales en los que compartieron historias de su infancia y sus sueños para el futuro. Jennie no pudo evitar notar lo fácil que era hablar con Lisa, cómo cada palabra parecía acercarlas más.
—Nunca había conocido a alguien con quien me sintiera tan cómoda tan rápidamente —confesó Jennie en un momento de la conversación, sus ojos fijos en los de Lisa.
—Siento lo mismo —respondió Lisa, su voz suave pero cargada de sinceridad—. Es como si… todo con nosotras fuera natural, sin esfuerzo.
Mientras terminaban de cenar, el ambiente entre ellas se volvió más íntimo. Jennie sintió que había algo en el aire, una tensión palpable que ambas estaban sintiendo. Cuando Lisa sugirió que caminaran un poco por la orilla del río, Jennie aceptó de inmediato, sabiendo que este sería el momento de dejar que sus sentimientos hablaran.
Caminando bajo las estrellas, con el sonido del agua acariciando la orilla, Jennie y Lisa se detuvieron en un pequeño puente que ofrecía una vista impresionante de la ciudad iluminada. El silencio entre ellas era cómodo, cargado de emociones que ninguna de las dos se atrevía a expresar con palabras.
