Jisoo una talentosa jugadora de Corea, y Rosé, su rival australiana, se enfrentan en un prestigioso torneo en Melbourne en el Australia Open. Mientras luchan por alcanzar la cima, una atracción secreta comienza a florecer entre ellas, desafiando la...
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El sol bañaba las colinas de Positano con una luz dorada, iluminando los tonos cálidos de la villa. Rosé se encontraba un tanto nerviosa. A pesar de tener todo bajo control, el simple hecho de pensar en lo que estaba a punto de hacer la llenaba de emoción y ansiedad. Sabía que estaba a punto de dar un paso gigante en su relación con Jisoo, y quería que todo fuera perfecto.
Jennie y Lisa, por su parte, habían ideado un plan impecable para mantener a Jisoo ocupada y distraída, dándole a Rosé tiempo suficiente para encontrar el anillo.
—Está bien —dijo Jennie mientras repasaban el plan una vez más—. Nosotros nos llevamos a Jisoo a un paseo por el pueblo, la convencemos de que exploremos cada rincón, mientras tú te encargas de tu misión secreta.
—Exacto —agregó Lisa, todavía fingiendo cierto resentimiento por no haber sido la primera en enterarse—. Haremos que Jisoo quiera tomar tantas fotos como sea posible. Así que relájate, Rosie. Todo está bajo control.
—Gracias, chicas. —Rosé sonrió, abrazando a ambas—. No saben cuánto significa esto para mí.
Poco después, Jennie y Lisa buscaron a Jisoo, quien se encontraba en la terraza disfrutando del paisaje con una taza de café en la mano. Jennie, siempre la más persuasiva, se acercó con una sonrisa de lo más inocente.
—Jisoo-ya, ¿qué te parece si vamos a explorar un poco el centro del pueblo? Hay tantas tiendas lindas, y seguro encontramos algo interesante.
Jisoo la miró con curiosidad.
—¿Ahora mismo? Pensé que íbamos a quedarnos aquí un rato...
Lisa se acercó por detrás y le puso una mano en el hombro.
—Vamos, Jisoo. No todos los días estamos en un lugar tan increíble como este. Además, ¡quiero tomar fotos contigo! Sabes que eres mi modelo favorita. —Lisa le guiñó un ojo.
Jisoo, aunque desconfiada de sus amigas por lo insistentes que se mostraban, no pudo resistirse al entusiasmo de ambas.
—Bueno, está bien... pero nada de posar demasiado. Quiero disfrutar del lugar, no ser acosada por la cámara todo el tiempo —dijo con una sonrisa, mientras Lisa y Jennie celebraban.
Una vez que las tres se alejaron, Rosé dejó escapar un suspiro aliviado. Tenía una ventana de tiempo perfecta para llevar a cabo su plan. Sabía exactamente dónde ir. Un joyero local, recomendado por Jennie, tenía una colección única y personalizada de anillos. Tomó sus cosas y salió rápidamente hacia el pueblo.
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En el centro del pueblo...
Mientras tanto, Jennie y Lisa hacían un gran trabajo distrayendo a Jisoo. La llevaban de tienda en tienda, probando sombreros, lentes de sol, e incluso parándose para comprar gelato en un pequeño puesto junto al mar. Jennie, como siempre, capturaba el momento con su cámara, asegurándose de mantener a Jisoo entretenida y alejada de cualquier sospecha.
