Jisoo una talentosa jugadora de Corea, y Rosé, su rival australiana, se enfrentan en un prestigioso torneo en Melbourne en el Australia Open. Mientras luchan por alcanzar la cima, una atracción secreta comienza a florecer entre ellas, desafiando la...
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El día había llegado. Las calles alrededor del All England Club en Londres estaban llenas de aficionados, periodistas, y el inconfundible murmullo de emoción que solo un torneo como Wimbledon podía generar. El aire era fresco, y el aroma de la hierba recién cortada llenaba los alrededores del recinto.
Dentro de los vestuarios, el ambiente era una mezcla de calma tensa y expectación.
Jennie y Lisa estaban con Jisoo y Rosé, asegurándose de que todo estuviera listo. Jennie, siempre la más meticulosa, repasaba el calendario de partidos y estrategias una vez más, mientras Lisa revisaba los últimos detalles técnicos con Rosé, quien se veía un poco más tranquila después de la noche anterior.
Mientras Jisoo ajustaba sus zapatillas, Rosé se acercó, sentándose a su lado en el banco del vestuario.
-¿Nerviosa? -preguntó Rosé, aunque ya sabía la respuesta.
Jisoo levantó la vista, mostrándole una sonrisa serena. -Siempre lo estoy, pero hoy me siento diferente. Anoche me recordó lo que realmente importa.
Rosé sonrió suavemente y le tomó la mano. -Estoy contigo cielo. Pase lo que pase, estamos juntas en esto.
Jisoo apretó su mano, agradeciendo ese momento de conexión en medio de la tormenta que estaba por desatarse. -Gracias amor. Lo mismo para ti. Mañana será tu turno, pero sé que lo harás increíble. Confío en ti más que nadie.
Al otro lado del vestuario, Jennie y Lisa compartían un momento similar. Jennie caminaba de un lado a otro, su mirada concentrada mientras revisaba notas en su tableta. Lisa la observaba con una sonrisa, disfrutando del profesionalismo de su novia.
-No puedo creer lo enfocada que estás, -comentó Lisa, sentándose en un banco mientras cruzaba los brazos detrás de su cabeza. -Es increíble verte así, tan en tu elemento.
Jennie levantó la vista y soltó una pequeña risa. -Alguien tiene que asegurarse de que todo esté bajo control. Sabes lo que está en juego, Lis.
-Sí, lo sé, -dijo Lisa mientras se levantaba y caminaba hacia ella, envolviéndola en sus brazos por detrás. -Pero también tienes que relajarte un poco. Todo está listo. Jisoo está preparada, tú has hecho un gran trabajo, y ahora solo queda disfrutar del torneo.
Jennie dejó escapar un suspiro mientras apoyaba la cabeza en el hombro de Lisa. -Tienes razón, pero no puedo evitarlo. Quiero que todo salga perfecto.
-Y saldrá perfecto, -aseguró Lisa. -Porque somos un equipo, Jennie. Y más allá del tenis, somos nosotras.
Jennie sonrió y se giró para besarla suavemente. -Gracias por ser mi ancla.
El enfrentamiento en la cancha
La hora del primer partido de Jisoo estaba a punto de comenzar. Las gradas estaban llenas de espectadores, y el sonido de las raquetas y pelotas rebotando contra la hierba era casi hipnotizante. Jisoo, con su raqueta en mano, se acercó al borde de la cancha para realizar los últimos estiramientos. A pesar de la tensión del ambiente, se sentía más conectada que nunca consigo misma y con su entorno.
Rosé, Jennie y Lisa la observaban desde la tribuna, sus miradas llenas de orgullo y expectativa.
-Se ve bien, -comentó Rosé, sus ojos fijos en Jisoo mientras se preparaba.
Lisa asintió. -Jisoo está en su mejor forma, y sé que lo va a dar todo.
-Jennie, siempre la más meticulosa, ajustó sus gafas de sol mientras observaba el primer saque. -Vamos a por ello.
Jisoo lanzó su primer saque con una potencia que hizo eco en toda la cancha. La pelota voló a través del aire con una velocidad impresionante, y el partido comenzó.
El partido transcurría de manera feroz. Jisoo mostraba una increíble combinación de fuerza y estrategia, moviéndose por la cancha con gracia y determinación. Sin embargo, su rival también era fuerte, y ambos lados luchaban punto a punto, ninguno dispuesto a ceder.
En la tribuna, Rosé no podía dejar de morderse el labio. El corazón le latía más rápido con cada punto que Jisoo ganaba o perdía.
-Tranquila, -murmuró Lisa, dándole una palmada en la pierna. -Jisoo está en su zona. Lo tiene bajo control.
Jennie, por su parte, no dejaba de observar cada movimiento, cada cambio de ritmo en el partido. Sabía lo crucial que era mantener la calma en ese momento, pero el deseo de que Jisoo ganara era innegable.
Después de perder el primer set por un margen estrecho, Jisoo cerró los ojos por un momento y respiró profundamente. Sabía que tenía que enfocarse, dejar a un lado la presión y confiar en su entrenamiento. Cuando abrió los ojos, su mirada estaba llena de determinación renovada.
Desde la tribuna, Rosé gritó con entusiasmo: -¡Vamos, Jisoo! ¡Tú puedes!
Ese grito resonó en el corazón de Jisoo. Volvió a la cancha con una energía renovada, dominando el segundo set con precisión y fuerza, igualando el marcador.
Durante un breve descanso entre sets, Jisoo miró hacia donde estaba sentada Rosé. A pesar de la distancia, sus ojos se encontraron, y en ese momento, no necesitaron palabras para comunicarse. El apoyo incondicional de Rosé era todo lo que Jisoo necesitaba.
De vuelta en la cancha, Jisoo terminó ganando el partido con una serie de golpes precisos y potentes. El público estalló en aplausos, y mientras Jisoo levantaba los brazos en señal de victoria, sus ojos se llenaron de emoción.
Un momento de calma entre las cuatro
Después del partido, Jisoo, Rosé, Jennie y Lisa se reunieron en un pequeño café cercano al club. Aunque el torneo apenas estaba comenzando, ese primer partido había sido una gran victoria para todas.
-Sabía que lo lograrías mi amor, -dijo Rosé mientras tomaba la mano de Jisoo bajo la mesa.
Jisoo sonrió. -No podría haberlo hecho sin ti... sin ustedes.
Jennie levantó su copa de café en señal de brindis. -Esto es solo el comienzo. Aún quedan muchos partidos por jugar, pero hoy, celebramos.
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