Jisoo una talentosa jugadora de Corea, y Rosé, su rival australiana, se enfrentan en un prestigioso torneo en Melbourne en el Australia Open. Mientras luchan por alcanzar la cima, una atracción secreta comienza a florecer entre ellas, desafiando la...
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Un paseo por la ciudad del amor
Después de sus victorias en las primeras rondas, Jisoo y Rosé decidieron tomarse un descanso del mundo competitivo para disfrutar un poco de la ciudad. París, con su ambiente romántico y sus calles llenas de historia, les ofrecía la oportunidad perfecta para relajarse y pasar tiempo juntas.
Caminaron por el Jardín de las Tullerías, admirando la belleza de las flores y la tranquilidad que contrastaba con el estrés de los partidos. Se detuvieron en una pequeña banca, desde donde podían ver el Museo del Louvre a lo lejos.
—Siempre he querido visitar París como turista, no solo para competir —comentó Rosé mientras tomaba la mano de Jisoo, entrelazando sus dedos.
Jisoo sonrió, disfrutando del momento. —Estoy feliz de poder compartir esto contigo. Aquí fuera de las canchas todo parece más sencillo.
Rosé la miró, sus ojos reflejaban una mezcla de afecto y deseo. Sin pensarlo dos veces, se inclinó y le dio un suave beso en los labios. Fue un beso tierno, lleno de emociones contenidas, que ambas habían estado guardando.
—Aquí, todo parece más real —murmuró Rosé cuando se separaron.
Jisoo sintió que su corazón latía con fuerza. La conexión entre ellas era innegable, y cada momento que pasaban juntas solo la fortalecía.
Un romance creciente
Los días siguientes, Rosé y Jisoo continuaron explorando París, a veces juntas, otras veces acompañadas por Lisa y Jennie. Las cuatro formaban un grupo unido, aunque las miradas cómplices y los gestos entre Jisoo y Rosé no pasaban desapercibidos para las otras dos.
Una noche, las cuatro amigas decidieron cenar en un restaurante con vistas a la Torre Eiffel. Jennie, siempre observadora, no pudo evitar notar cómo Jisoo y Rosé se miraban con una intensidad que hablaba por sí sola.
—Están en su propio mundo —comentó Jennie en voz baja a Lisa mientras ellas mismas disfrutaban de una cena más íntima.
Lisa sonrió, asintiendo. —Creo que eso es algo bueno. Después de todo, el tenis puede ser solitario, pero tener a alguien a tu lado lo hace más llevadero.
Jennie miró a Lisa, una sonrisa juguetona en sus labios. —Hablando de eso… ¿qué opinas si después de la cena damos un paseo por el Sena? Siempre he querido ver París de noche contigo.
Lisa no necesitó más convencimiento. —Eso suena perfecto.
El torneo avanzaba, y las rondas se volvían más desafiantes. Jisoo y Rosé seguían ganando, pero el cansancio empezaba a notarse. En las semifinales, Rosé se enfrentó a Iga Świątek, la favorita del torneo. Fue un partido intenso, lleno de drama y emociones, pero al final, Rosé no pudo superar a su oponente.
El marcador final mostró la derrota de Rosé, y mientras la multitud aplaudía su esfuerzo, ella sintió una mezcla de frustración y alivio. Sabía que había dado todo lo que tenía, pero no había sido suficiente.
