Desafiando el Amor || CHAESOO ~ JENLISA ||

11. Entre Sombras y Luz

La mañana amaneció tranquila en Melbourne, pero dentro de Rosé había una tormenta. Aún sintiendo el impacto de la conversación con Sana del día anterior, se encontraba en su habitación, con la mirada fija en la ventana que mostraba un cielo azul sin nubes. El bullicio de la ciudad apenas se percibía, pero dentro de ella, el ruido de sus propios pensamientos era ensordecedor.

Mientras se preparaba para salir a entrenar, no podía evitar revivir las palabras de Sana. "No puedo seguir ignorando lo que siento por ti". La frase resonaba en su mente, chocando contra sus propios sentimientos por Jisoo. Estaba atrapada en un dilema emocional que comenzaba a afectar su concentración en el torneo. Sabía que si no resolvía sus emociones, sus posibilidades de ganar y de seguir adelante en su vida personal se verían comprometidas.

Jisoo, por su parte, se encontraba en una situación similar. Mientras estaba en el gimnasio del hotel, trataba de despejar su mente con su rutina de ejercicios. Sin embargo, los rumores que había escuchado sobre la reunión de Rosé con Sana la noche anterior no la dejaban en paz. Sabía que Rosé y Sana habían tenido algo más que una simple rivalidad en la cancha, y eso la llenaba de incertidumbre. ¿Estaba perdiendo a Rosé antes de haber tenido la oportunidad de acercarse realmente a ella?

Jennie y Lisa, conscientes de la tensión entre Rosé y Jisoo, decidieron intervenir. No podían quedarse de brazos cruzados viendo a sus amigas sufrir. Jennie, siempre perceptiva, sugirió que cada una hablara con la chica que más conocían: Lisa con Rosé y Jennie con Jisoo. La esperanza era que, al hablar con ellas, pudieran ayudarlas a aclarar sus sentimientos y, tal vez, encontrar un camino hacia la felicidad.

Lisa decidió invitar a Rosé a tomar un café en un pequeño lugar cerca del hotel. Sabía que Rosé estaba pasando por un momento difícil, y quería ofrecerle un oído amigo. Cuando se sentaron en una mesa en la esquina, Lisa notó la preocupación en el rostro de Rosé.

—Rosé, ¿cómo estás? —preguntó Lisa con suavidad, intentando que su amiga se abriera.

Rosé forzó una sonrisa, pero su mirada delataba la confusión interna que la embargaba.

—Estoy... intentando encontrar claridad —respondió Rosé, revolviendo su café sin realmente beberlo—. Todo se ha vuelto tan complicado últimamente.

Lisa asintió, esperando que Rosé continuara. La conocía lo suficientemente bien como para saber que presionarla no funcionaría.

—Sana y yo hablamos anoche —dijo finalmente Rosé, levantando la vista para encontrarse con los ojos de Lisa—. Ella me confesó algo que no esperaba, y no sé cómo manejarlo. Y luego está Jisoo... —Rosé hizo una pausa, sintiendo que el nudo en su garganta se hacía más grande—. No sé qué hacer, Lisa. Me siento dividida.

Lisa tomó un sorbo de su café, dándose un momento para pensar en lo que diría.

—Rosé, solo tú puedes decidir lo que realmente quieres —respondió Lisa con ternura—. Pero recuerda que no tienes que hacerlo sola. Jennie, Jisoo, yo... estamos aquí para ti. Si tus sentimientos por Jisoo son reales, no los ignores. Y si Sana te ha hecho dudar, quizás sea porque hay algo que necesitas resolver contigo misma.

Rosé asintió lentamente, apreciando la sabiduría en las palabras de Lisa. Sabía que su amiga tenía razón. No podía seguir evadiendo la verdad; tenía que enfrentarse a lo que sentía, aunque le diera miedo lo que podría descubrir.

**Mientras tanto en otra parte del hotel**

Jennie se acercó a Jisoo en el gimnasio. La encontró practicando con una intensidad que solo podía venir de alguien que intentaba distraerse de algo más profundo.

—Hey, Jisoo —dijo Jennie, acercándose con una sonrisa—. ¿Tienes un momento?

Jisoo se detuvo, respirando con dificultad después de su entrenamiento. Al ver la expresión seria de Jennie, asintió y dejó caer la raqueta, aceptando la compañía.

—Claro, Jennie. ¿Qué pasa?

Jennie se sentó en un banco cercano y miró a Jisoo con seriedad.

—Estoy preocupada por ti, Jisoo. He notado que últimamente estás más distante, y creo que sé por qué. Es por Rosé, ¿verdad?

Jisoo sintió que su corazón se aceleraba al escuchar el nombre de Rosé. Intentó disimularlo, pero sabía que no podía ocultar la verdad a Jennie.

—Sí... —admitió, su voz un poco más baja de lo habitual—. Rosé ha estado en mi mente mucho últimamente. Y ahora, con todo lo que está pasando con Sana, no sé qué pensar. Es frustrante no saber lo que siente por mí.

Jennie sonrió con comprensión y le puso una mano en el hombro.

—Lo que sientes es importante, Jisoo, y no deberías ignorarlo. Pero también debes recordar que Rosé está lidiando con sus propios sentimientos. A veces, lo mejor es ser honesta con ella y contigo misma. No sabes qué podría pasar si simplemente decides ser sincera.

Jisoo tomó un profundo respiro, sintiendo el peso de las palabras de Jennie. Sabía que tenía razón. Había estado demasiado tiempo callada, temiendo lo que podría ocurrir si expresaba lo que realmente sentía.

—Gracias, Jennie. Necesitaba escuchar eso —dijo finalmente Jisoo, sintiendo una ligera carga levantarse de sus hombros.

Al final del día, tanto Rosé como Jisoo se encontraron en un lugar un poco más claro, aunque las decisiones que debían tomar no eran fáciles. Las conversaciones con Lisa y Jennie habían sido reveladoras, ayudándolas a entender que la única manera de seguir adelante era enfrentando sus sentimientos y siendo honestas, aunque eso significara tomar riesgos.

Ambas sabían que el torneo aún no había terminado, y que tanto dentro como fuera de la cancha, los verdaderos desafíos estaban por venir.

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